martes, 10 de enero de 2012

Uno será tomado, y otro será dejado


Rev. Gustavo Martínez Garavito
“Os digo que aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado. Lucas 17:34.
La segunda venida de Cristo al mundo es la esperanza bienaventurada del creyente (1 Tesalonicenses 4:13-17).

Primeramente se verificará el levantamiento de la Iglesia, que incluirá a los muertos en Cristo, quienes serán resucitados, y a los que viven en limpieza y en santidad, quienes serán transformados en un abrir y cerrar de ojos, para estar todos con el Señor para siempre (1 Tesalonicenses 4:16-18; 1 Corintios 15:51-52; Mateo 24:40-42).

Al ser levantada la Iglesia se manifestará el Anticristo y dará comienzo la Gran Tribulación (2 Tesalonicenses 2:3-10).

A los siete años del levantamiento de la Iglesia (la semana número 70 de Daniel), tendrá lugar la aparición de Jesucristo en las nubes del cielo, quien vendrá con sus santos millares, a darle el pago a los que no conocieron a Dios ni obedecieron al Evangelio, y quien salvará a Israel del poder del Anticristo en la guerra de Armagedón, y reinará por mil años (milenio) sobre la tierra (2 Tesalonicenses 1:7-10; Apocalipsis 20:4).

Fuente: Instrucciones Bíblicas / Lección: La Segunda Venida de Cristo/ Autor: Luis M. Ortiz

UNO SERÁ TOMADO Y OTRO SERÁ DEJADO

“Os digo que aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado”, Lucas 17:34-36.

El momento en que El Señor venga a levantar a su iglesia será un momento repentino. En el momento en que el Señor se fue al cielo los discípulos sintieron tristeza y quizá tuvieron muchas interrogantes porque pensaron que todo había acabado y estando ellos tristes mirando al cielo vinieron dos hombres con vestiduras resplandecientes y les dijeron: “¿Por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”, Hechos 1:11.

El momento en que regrese el Señor será, según la Biblia, en un momento inesperado cuando la gente menos piense, cuando el mundo esté más entregado a sus placeres, a su maldad, a su concupiscencia viviendo una vida desenfrenada en todo aspecto de pecado, entonces vendrá de repente.

Según la Palabra no todos serán arrebatados cuando dice que unos estarán durmiendo y otros trabajando, es porque en una parte del mundo será de día y en la otra parte será de noche. Dos estarán en una cama, uno será tomado y el otro será dejado. Muchos matrimonios que no viven una vida de santidad con su cónyuge y con Dios, sino que viven una vida de guerra, contención, a veces con celos y en donde hay celos no mora la presencia de Dios y hay toda obra perversa, por eso los celos están catalogados como un pecado y el que practica estas cosas no puede partir si el Señor viene o si la muerte le sorprende.

Dos estarán en el campo, uno será tomado y el otro dejado. También habla de dos mujeres que estarán moliendo, una será tomada y la otra dejada. Esto significa que muchos estarán laborando en diferentes ocupaciones y algunos son cristianos y se mantienen ocupados en su trabajo pero también en su vida espiritual, se mantienen buscando a Dios conforme la Palabra de Dios les ha enseñado y ellos han recibido el testimonio de las Escrituras y del Espíritu Santo, por ende tienen el oído afinado y receptivo para cuando suene la trompeta final y partirán, y quedarán los otros preguntándose adónde se fue, esto será algo terrible que conmoverá a todo el mundo y habrá un lamento y una pregunta.

¡Ha venido el Señor! ¡La Iglesia ha sido levantada!, el trigo puro ha sido recogido y llevado a los graneros celestiales, pero mientras la Iglesia experimenta ese gozo, aquí empezará el lloro y el crujir de dientes para todo aquel que no quiso arrepentirse, para todo aquel que vivió malgastando el dinero del mantenimiento de sus hijos, de su esposa; como el hijo pródigo cuando se marchó para un país lejano y vivió una vida de deleites y bagatelas temporales; asimismo se lamentarán, porque donde hubo un creyente también hubo testimonio de Dios, de modo que no podrán decir que no les predicaron, pues profetas tuvieron en su hogar, en el trabajo, hasta en el bus en el cual se transportaban tuvieron testimonio.

Hay que identificarse con Dios no como Pedro cuando fue a calentarse en medio de un grupo de impíos en el patio y cuando habló le reconocieron que había estado con Jesús porque su modo de hablar era diferente. Qué bueno que la gente diga su porte, su modo de hablar de vestir o de ser es diferente y que el Espíritu Santo se mueve en usted.

Por esto la Biblia dice que la Iglesia es como una virgen ataviada y adornada para su marido y que no tiene ni mancha ni arruga, que es una iglesia santa por la que viene Jesucristo, no viene por denominaciones o determinado grupo, la Biblia dice que todo aquel que ha aceptado a Cristo, que ha nacido de nuevo y viva una vida santa ese es hijo de Dios, y participará en el levantamiento de la Iglesia.

¿Y cómo hacer para estar entre los que serán tomados?La Biblia dice que debe permanecer en el Señor, debe ser de Él, pues si no permanece cuando el Señor venga lamentablemente se quedará, así haya predicado toda la vida, y haya pagado el diezmo, haya ofrendado, haya asistido toda la vida a la casa de Dios y haya levantado templos, así haya hecho muchas obras de caridad se quedará. No somos salvos por las obras o por el ministerio que haya desarrollado a favor de la humanidad, la Biblia dice que debemos estar en Cristo para no ser avergonzados el día de su venida. “Y ahora hijitos, permaneced en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de Él avergonzados”, 1 Juan 2:28. Hay que estar en Él, ser de Él, vivir con Él, para que cuando se manifieste tengamos confianza.

“A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”, Efesios 5:27. “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años”, Apocalipsis 20:6. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”, Hebreos 12:14. Nos damos cuenta que no es la posición social, cultural, intelectual, de familia, apellido o sector donde vivamos la que nos garantiza que vamos a pasar la eternidad con Dios, la que nos garantiza es “la santidad, sin la cual nadie vera al Señor”.

“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”, Lucas 21:36. La tarea del cristiano es velar no puede estar haciendo otra cosa, tengo que estar a la expectativa, no se puede dormir, no se puede entretener en otra cosa, debe estar velando las 24 horas del día y debe estar orando y pidiendo a Dios diciendo: “Señor ayúdame a perseverar, que las pruebas, las dificultades, los problemas no me dobleguen, que el mal genio no me doblegue, que mi carácter sir refrenar y sin domar por tu Espíritu no me vaya a dejar cuando vengas”. Debemos orar diciendo: “Señor que no tenga casa, que no tenga carro, que no tenga nada, que me desprecie todo mundo, pero que cuando suene la trompeta, yo sea hallado digno de partir de este mundo”.

Porque si no somos hallados dignos no podremos partir de este mundo y nos quedaremos aquí con los que no obedecieron, bajo el dominio del Anticristo, bajo el dominio de Satanás, con esos quedarán aquellos que no obedecieron, pero también leemos: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”,  Mateo 24:44. Vendrá el Hijo del Hombre a la hora que no pensáis, tal vez usted no crea que a esta hora el Señor puede venir, que en este mismo momento puede sonar la trompeta, ojalá fuera en este momento, ojalá fuera el momento bienaventurado, cuando partiríamos de aquí a la presencia del Señor.

A veces preguntamos y ¿cuándo vendrá? La Biblia en Marcos 13:32-33 nos dice: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo”. La Biblia dice que ni los ángeles ni aun Cristo lo sabe así que si alguien le dice que la venida es en el mes entrante o si le dan una fecha dígale mentiroso, hereje eso no lo sabe nadie, eso es sorpresivo, Él viene en cualquier momento, puede ser en la mañana o al medio día, al anochecer o a cualquier hora, por eso hay que estar preparados.

Quizás los amigos se pregunten y ¿cómo vendrá? Ya no vendrá como antes a predicar el Evangelio, la Biblia dice que vendrá con poder y gran gloria. En Mateo 24:30, dice: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. Cristo vendrá y será como un rayo que se muestra en el oriente y se esconde en el occidente, así será la venida de Cristo a la tierra.

“Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán”, 1 Tesalonicenses 5:2-3. Es decir, en el momento en que uno menos piense, que menos se ha imaginado, que menos lo espera, ese será el momento glorioso más anhelado, más dichoso para la Iglesia de Jesucristo, para el pueblo que marchó en humildad, que camino en medio de luchas, que fue capaz de decirle ¡No! a la tentación.

En Mateo 25 hay un cuadro que me conmueve y es la condición de diez mujeres, la Biblia dice que eran vírgenes, las prudentes y las insensatas, dos grupos de mujeres. Cinco prudentes y cinco insensatas, las insensatas no tomaron consigo aceite, mas las prudentes tomaron consigo aceite en sus vasijas juntamente con sus lámparas, la diferencia es notoria y aquí claramente nos dice lo que estamos hablando del tema “uno será tomado, y el otro será dejado”, aquí vemos que cinco fueron tomadas y cinco rechazadas, pero esa no era la voluntad de su Señor, ese no era el plan de Dios. El plan de Dios era que todas estuvieran allí, el padre de familia quería que todos estuvieran allí, pero ahí estaba la diferencia, cinco llevaron sus lámparas con aceite y llevaron una vasija aparte con más aceite.

Qué triste que sus lámparas no tenían aceite, reaccionaron demasiado tarde, ¿cuándo reaccionaron? Cuando se dieron cuenta que el esposo venía y que sus lámparas se habían apagado, que no tenían aceite, ahí reaccionaron y les dijeron a las cinco prudentes “dadnos de vuestro aceite”, pero esta santidad y esta vida de obediencia no la podemos vender, la santidad ni se compra ni se vende. La vida de obediencia no se puede comprar, tú no puedes comprar oraciones ni ayunos.

Estas quisieron comprar aceite, en otras palabras quisieron comprar una vida de santidad de las otras; pero no se puede vender, esto no lo puede comprar, esto no se encuentra en los supermercados o tiendas, la santidad se adquiere a través de Jesucristo. Cuando reaccionaron fue demasiado tarde, llegó el esposo y él les dejó, su respuesta fue “no os conozco”, no sé quiénes son ustedes. Fueron desconocidas por Cristo, y todo aquel que no esté preparado y hallado digno en ese momento será desconocido por el Señor.

La Palabra es para todos, tanto para el grande como para el pequeño, el rico como el pobre, el intelectual como el ignorante, aquí sin santidad nadie sirve, y en muchas partes lo hacen, tienen un lugar para los intelectuales, uno para los ricos y los pobres en otro sector. Hay conserjería para los que tienen pero no hay atención para los que no tienen, al pobre se le recarga la Palabra y al rico se le dice son pequeñas debilidades, no se preocupe por eso.

Si queremos vivir en santidad y ser hallados dignos, tenemos que despojarnos del peso y del pecado que nos asedia y correr esta carrera como Dios manda, como la Biblia nos enseña y nosotros tenemos que predicar tal y como Dios nos da el mensaje, para que el que oiga se arrepienta, para que el que anda con los pies afuera los vuelva dentro, para que lo torcido se enderece, para que los montes bajen y los valles suban.

Pero también hay una esperanza gloriosa y un gozo para la iglesia que vive sin mancha que tiene su vestidura limpia. “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”, Apocalipsis 3:4. Cómo se sentiría aquel pastor de aquella congragación cuando conocía el estado de esas personas, cómo vivían, pero también en el versículo 4 hay un elogio “pero tienes unas pocas personas… que no han manchado sus vestiduras… que son dignas”, en Sardis había una Iglesia grande, pero sólo pocas personas se mantenían en santidad y sólo pocas no habían manchado sus vestiduras blancas.

Siempre aunque pequeño en la historia de la Iglesia hubo un remanente que se mantuvo fiel y que no besó a Baal y sus rodillas no se doblaron ante él. Elías en una ocasión dijo: “y sólo yo he quedado” (1 Reyes 19:14), y la respuesta divina fue “yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 Reyes 19:18).

Preocúpese por arreglar su vida y enderezar lo torcido, no por ser tenido digno en la Iglesia sino por ser tenido digno por el Señor y ser tenido por fiel en aquel día que el Señor venga.

Llegará el momento en que uno será tomado y otro será dejado. ¡Hoy es el día de salvación!, ¡Iglesia de Dios, el Señor Jesús viene pronto! Salga de la tibieza y del conformismo, busque la santidad. La Iglesia verdadera dice: “Ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).

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