Madre-hijo y gemelos intraútero Dos estudios muestran el gran poder de las caricias
El contacto físico con la madre modifica la respuesta del cerebro protegiendo de sustancias que crean adicción. Los gemelos también se acarician en el vientre materno.
13 DE DICIEMBRE DE 2011, MADRID
Las caricias son remedio para muchos males. Un estudio realizado por la Universidad de Duke (EE UU) junto con la Universidad de Adelaida (Australia) y publicado en The Journal of Neuroscience, afirma que las caricias maternas durante la infancia podrían ayudar a los niños de hoy a “resistir” la tentación de consumir drogas y otras sustancias adictivas cuando alcancen la edad adulta.
Según explica Staci Bilbo, neurocientífica y coautora del trabajo, en experimentos con ratas han comprobado que tener mucho contacto físico con la madre aumenta la producción de una molécula del sistema inmune llamada Interleucina-10 (IL-10) que es capaz de modificar la respuesta del cerebro ante sustancias que crean adicción.
Durante la investigación, los cerebros de los animales que habían recibido más caricias maternas tras nacer tenían más genes activos destinados a producir esta sustancia. Tras consumir una droga como la morfina, en el cerebro de los mamíferos se activan células de la glía que producen moléculas inflamatorias que mandan señales a un centro de recompensa llamado núcleo accumbens. Sin embargo, cuando entra en juego la molécula IL-10 contrarresta esta inflamación y reduce la señal de recompensa, lo que evita que se cree una adicción.
Sorprendentemente, cuanto más arrumacos maternos se ha recibido en edades tempranas, mayor es la capacidad de producir esta sustancia.
CARICIAS ENTRE GEMELOS
Otra investigación relacionada con las caricias ha sido realizada por científicos italianos de las universidades de Turin y Parma, que han descubierto que, con sólo 18 semanas de gestación, los bebés ya quieren socializarse dentro del vientre materno.
A esta conclusión han llegado tras estudiar los movimientos de cinco parejas de fetos gemelos con ultrasonografía, una técnica dinámica tridimensional. En las primeras grabaciones de 20 minutos de duración, tomadas a las 14 semanas de embarazo, observaron que los bebés se tocaban un poco entre sí, pero también se tocaban a sí mismos (los ojos y la boca principalmente), además de acariciar la pared uterina.
Cuatro semanas más tarde, el 30% de los movimientos iban dirigidos a su hermano, muchos en forma de lo que podría interpretarse como caricias en la cabeza, y se prolongaban durante más tiempo. “ El perfeccionamiento de los movimientos dirigidos al contacto con el hermano gemelo no es accidental y empieza en la semana 14 de gestación ” concluyen los autores, que añaden que los humanos “estamos diseñados para ser sociales” y que nuestro interés por la comunicación se desarrolla de modo natural a medida que el sistema neuronal madura.
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