jueves, 29 de diciembre de 2011

Rebelado, Abandonado y Perdonado

Rev. Carlos Guerra
Cualquiera que intenta tomar un puesto para sí sin ser llamado de forma inequívoca por Dios, por más esfuerzo humano que haga, por más estrategias políticas y espirituales que intente, por más propagandas y manipulaciones que realice, fracasará.
En 1 Reyes capítulo 1 la Palabra de Dios nos dice: “Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, le cubrían de ropas, pero no se calentaba [...] Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él. Y su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además, éste era de muy hermoso parecer; y había nacido después de Absalón. Y se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales ayudaban a Adonías. Pero el sacerdote Sadoc, y Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán,  Simei, Rei y todos los grandes de David, no seguían a Adonías. Y matando Adonías ovejas y vacas y animales gordos junto a la peña de Zohelet, la cual está cerca de la fuente de Rogel, convidó a todos sus hermanos los hijos del rey, y a todos los varones de Judá, siervos del rey; pero no convidó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano.
Y descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, y los cereteos y los peleteos, y montaron a Salomón en la mula del rey David, y lo llevaron a Gihón. Y tomando el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón! Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía la tierra se hundía con el clamor de ellos. Y lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué alborota la ciudad con estruendo? Mientras él aún hablaba, he aquí vino Jonatán hijo del sacerdote Abiatar, al cual dijo Adonías: Entra, porque tú eres hombre valiente, y traerás buenas nuevas. Jonatán respondió y dijo a Adonías: Ciertamente nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón [...] Además el rey ha dicho así: Bendito sea Jehová el Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, viéndolo mis ojos. Ellos entonces se estremecieron, y se levantaron todos los convidados que estaban con Adonías, y se fue cada uno por su camino. Mas Adonías, temiendo de la presencia de Salomón, se levantó y se fue, y se asió de los cuernos del altar”(1 Reyes 1:1, 5-10, 38-43, 48-50).
1. DIOS ESCOGE A SUS LÍDERES
Daniel 2:21 revela una gran realidad, y estriba en que Dios mismo es quien “quita reyes, y pone reyes”. En efecto, nuestro Señor es un Dios de planes específicos, detallados, inequívocos y perfectos. Él nunca hace las cosas al azar, sino que hace las cosas a conciencia y tiene el control sobre el más mínimo detalle. Asimismo, dentro del cuerpo de Cristo, Dios, en Su soberanía, es quien escoge, llama, coloca y levanta a príncipes ungidos para liderar por medio de ellos Su obra, y ejecutar el perfecto plan que tiene para con Su Pueblo.
La elección de Dios no se basa sobre la eventual popularidad o fama que pueda tener una persona, los logros que haya obtenido por medio de los años de experiencia, ni tampoco sobre nuestro sentimentalismo o simpatía hacia ella. En otras palabras, no sirve de nada correr ni tratar de imponernos como líderes, si no tenemos el respaldo de la misericordia de Dios (Romanos 9:16).
Cualquiera que intenta tomar un puesto para sí sin ser llamado de forma inequívoca por Dios, por más esfuerzo humano que haga, por más estrategias políticas y espirituales que intente, por más propagandas y manipulaciones que realice, fracasará. Como todo dictador derrotado éste quedará solo, sin familia, sin gloria y sin nada.
En cambio aquel a quien Dios ha llamado, por más oposición, levantamientos y críticas que confronte; el Señor mismo habrá de ponerlo en alto, lo apoyará, lo levantará, y lo colocará en la posición que ha ideado para él. Así pues, no hay principado, ni potestad, ni ser humano en los cielos ni en la tierra que podrá impedir que Dios lleve a cabo Sus planes y propósitos.
El pasaje de 1 Reyes que citamos al principio narra los últimos días del rey David. A los setenta años de edad, víctima de un envejecimiento prematuro, originado por una vida llena de luchas continuas, desilusiones y traiciones, su cuerpo no se calentaba fácilmente. Mas aunque las palabras, la energía y las fuerzas ya no eran las mismas que durante su juventud, la unción que reposaba sobre David sí había quedado intacta. El nunca cesó de ser el ungido de Jehová. No obstante, Adonías su hijo, intentó aprovecharse de la situación física de David para arrebatar el trono de Israel. Además de poseer la belleza de su hermano Absalón, Adonías también tenía su carácter arrogante, su soberbia y su rebeldía. Era un niño consentido o mimado, al cual “su padre nunca había entristecido” (v. 6), o en otras palabras, no se le había corregido ni disciplinado. En aquel momento crucial, David iba a cosechar lo que él mismo había sembrado.
Ahora bien, es menester que entendamos que Adonías no solamente se estaba alzando contra la autoridad de su padre, sino también contra los planes y los designios perfectos del Señor. Según él, su padre era demasiado viejo para reinar, y su hermano Salomón, el escogido de Dios, demasiado joven. Ciertamente, él tenía más logros, más experiencia que Salomón; mas la experiencia no es un factor que determine los planes de Dios para con uno. David nunca había peleado contra ningún gigante, pero cuando se enfrentó con el primero, le cortó la cabeza.
Me llama la atención la frase que Adonías pronunció antes de cometer su golpe de estado: “Yo reinaré” (v. 5). Sin duda, esta declaración no deja de recordamos la misma que hizo Lucifer antes de la creación del mundo: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré…” (Isaías 14:13).
Amados, todo lo que empieza por “yo” siempre van por mal camino. Las Escrituras dicen que “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). En la vida cristiana no es que yo digo, lo que yo siento, lo que yo creo, sino lo que Jehová de los ejércitos dice.
II. LAS ESTRATEGIAS MALOGRADAS DE UN REBELDE
Para llegar a sus fines, Adonías elaboró una serie de estrategias:
1.Intentó impresionar psicológicamente al pueblo, aparentando un poder ficticio “se hizo de carros y de gente de a caballo y de cincuenta hombres que corriesen delante de él” (v. 5).
2.Se puso de acuerdo con gente ambiciosa y de influencia (Joab, un militar y Abiatar, un sacerdote), que odiaban al profeta Natán por cuanto éste no les profetizaba lo que ellos querían oír.
3.Hizo su propia fiesta, a la cual solo invitó a los que le convenía invitar, a aquellos a quienes podría manipular y convencer, sus amigos, sus familiares y a los que tenían resentimientos contra el rey David.
4.Alejó de su lado a la gente fiel al rey, y los convirtió en sus contrincantes.
En 1 de Crónicas 29:1, el Señor ya había revelado cuáles eran sus propósitos: “Solamente a Salomón mi hijo ha elegido Dios; él es joven y tierno de edad, y la obra grande…”. Mas Adonías y su gentío habían olvidado que Dios es quien escoge a Sus líderes. Así pues, mientras ellos celebraban la coronación del rebelde, el Altísimo empezó también a mover sus fichas para poder cumplir Sus propósitos y establecer al rey legítimo de Israel, a aquel líder que Él mismo había escogido para llevar hacia delante a Su pueblo.
David, el ungido de Jehová, fue quien dio las órdenes de parte de Dios para que Salomón fuera coronado. El rey ordenó que su hijo se subiera en su mula para que lo llevaran a Gihón. Este lugar era la única fuente de agua viva más cercana.
Salomón no estuvo cavando para hallar agua, o en otras palabras, nunca buscó ser hecho líder. Cuando una persona lleva a cabo estas acciones con vistas a ser promovido, pierde su tiempo y energía en vano. En el caso de la coronación de Salomón, y por cuanto Dios estaba en el asunto, todo este proceso se llevó a cabo de forma natural.
Al oír la fiesta del pueblo por motivos del ungimiento de Salomón, la fiesta de Adonías se turbó. Todo sus invitados “se estremecieron, y se levantaron [...] y se fue cada uno por su camino” (1 Reyes 1:49). Después de haberle seguido y coronado, todo el mundo abandonó a Adonías, y avergonzados, regresaron a sus casas para esconderse.
Adonías se quedó solo, sin familia, sin dinero y sin reputación, porque así sucede con los que se alzan y rebelan contra los propósitos divinos. Y lo más terrible estriba en que si no se arrepienten, también se quedan sin Dios.
Escrito está que “si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo…” (Juan 12:24). Por más talentoso, popular o famoso que sea, si el rebelde no se humilla y muere, quedará desamparado. La advertencia de Dios es clara. Es menester que caigamos en tierra y que le demos muerte a nuestro “yo” para que no nos pase lo que le sucedió a aquel príncipe.
Cuando Adonías vio que todos lo habían abandonado, temió por su vida y “se levantó y se fue, y se asió de los cuernos del altar” (1 Reyes 1: 50). Pidió misericordia y perdón a Salomón, y los obtuvo (1 Reyes 1:52-53). La actitud de este líder fue maravillosa, por cuanto aun sabiendo que era el escogido, dejó que Dios mismo acomodara todo y peleara por él.
III. LA ÚLTIMA MOVIDA DEL REY
Para llevar a cabo Sus planes con Salomón, Dios movió al profeta Natán, al sacerdote Sadoc y a su madre Betsabé, dos hombres y una mujer leales al rey y que habían comprendido los planes de Dios. ¿Se goza usted al saber que Dios sabe mover Sus fichas? ¿Se goza al saber que Dios tiene el control de los detalles aun más pequeños para cumplir Sus propósitos? ¿Se goza al verle desarticular una a una todas las artimañas del enemigo de nuestras almas y de Su pueblo?
Al sol de hoy, Dios todavía puede voltear los planes de Satanás, y tomarlos en su contra. Todavía están vigentes las palabras que Dios dijo a Israel por medio del profeta Ezequiel: “Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 12:25).
Un famoso pintor cristiano, que asimismo era un apasionado del juego de ajedrez, pintó un día un cuadro que tituló Jaque mate. En éste, que todavía hoy se conserva en una galería, se pueden ver dos jugadores de ajedrez sentados frente a frente a una mesa. Un creyente, sentado en la parte derecha, y el diablo, sentado en la izquierda.
El rostro del diablo se ve triunfante y casi se puede sentir su risa diabólica, porque parece que tiene al cristiano atrapado. De otro lado, el creyente, cuya preocupación se refleja en el rostro, tiene las dos manos agarradas con toda su fuerza en los bordes de la mesa, con los nudillos de los dedos casi blancos a causa del esfuerzo y de la tensión del crucial momento.
La galería donde se iba a exponer el cuadro le dio mucha publicidad al mismo. Así pues, cuando la galería abrió sus puertas, el público empezó a detenerse junto a aquel cuadro para observarlo con curiosidad. Todos, al leer el título de la obra y la actitud de los personajes, sacudían la cabeza pensando que el diablo había ganado la partida contra el cristiano. Los transeúntes que más o menos tenían nociones de ajedrez, pensaban que ya no existía ninguna estrategia de salida, ni tampoco ninguna maniobra posible. Algunos sentían lástima por el cristiano, y otros se indignaban porque parecía que el diablo se había salido con suya.
No obstante, llegó a aquel lugar un ex campeón de ajedrez, quien también se puso a observar el cuadro con atención. Él no se fijó mucho en el diablo ni en el creyente, sino en la partida de ajedrez que el cuadro había capturado, y asimismo le prestó atención al título: Jaque mate. Tras observar la tabla de ajedrez durante unos minutos, el perito descubrió algo de importancia crucial, y exclamó: “¡Un momento! ¡Esto es una mentira del diablo! El cristiano no está jaque mate, por cuanto su rey todavía tiene una jugada”. Amados hermanos, nuestro Rey de gloria siempre tiene una jugada posible, un movimiento para poner jaque mate al diablo.
Amados hermanos, no importa que el diablo quiera hacerle creer que usted está “jaque mate”… ¡Nuestro Rey de reyes siempre ha tenido y tendrá la última movida! El único que está “jaque Late” es Satanás porque Cristo lo venció para siempre en la cruz del Calvario.
Estos últimos años se ha caracterizado por los ataques que han venido contra los siervos de Dios y Su pueblo. Sin embargo, a aquellos quienes han resistido los señalamientos, los golpes bajos, las críticas acerbas, los embates poderosos del enemigo, Dios les ha abierto puertas en medio de su aflicción. Es hora de tomar la victoria, transformar en triunfo lo que el diablo quería destruir.
Absolutamente nada ni nadie podrá detener los propósitos soberanos del Señor para con Su pueblo y Su Iglesia. Amén. Dios les bendiga y les conceda tremendas victorias.

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