miércoles, 4 de abril de 2012

“El amor de Dios me hizo un hombre de bien”

El consumo de drogas es un mal endémico de la sociedad moderna, teniendo como solución definitiva una intervención sobrenatural. Este fue el caso de Ronel González, un hombre natural de Iquitos que supo conocer el poder de Dios.
Desde muy pequeño sufrió el abandono de su padre y el descuido de su madre, lo que provocó que fuese criado por sus abuelos paternos hasta cumplir los 9 años. A pesar de su dura infancia supo ser un alumno con buenas calificaciones en el colegio.
Bordeando los 12 años su padre retornó su padre por él y decidió llevárselo a un pueblo intrincado en la selva peruana. Pero nada mejoró, su madrastra lo maltrataba física y emocionalmente, a tal punto que lo obligó escapar de su nuevo hogar para ir en busca de su madre que se encontraba en Iquitos.
Luego de una serie de peripecias, Ronel logró ubicar a su progenitora, pero la situación económica de ella no era fácil, viéndose en la necesidad de conseguir un trabajo de lustrabotas. Al poco tiempo conoció a otro muchacho que realizaba el mismo oficio, este le invito a inhalar un potente pegamento conocido como “terokal”.
A los 18 años conoció a su actual esposa, Maritza, quien un año después quedó embarazada. La relación se fue deteriorando paulatinamente. Ella intentó quitarse la vida, inclusive frente a su pequeño hijo.
En medio de esa desesperación, un conocido le contó a Ronel sobre el impresionante amor de Dios.
Cierta noche, Maritza volvió a entrar en crisis, en medio de ese conflicto, Ronel se puso de rodillas y le pidió perdón a Dios, aceptándolo como su Señor y Salvador. El Todopoderoso hizo un milagro un su vida, y a las 5 meses su conyugue también se convirtió a Jesucristo.
Actualmente ambos saben que existe un Poder Divino que sí puede liberar de las drogas al ser humano para entregarle la verdadera felicidad.

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