Miguel Wickham, autor de Ecología y Cristianismo , confronta a la iglesia a ser agente restaurador del hombre con Dios, con el prójimo y con la naturaleza.
14 DE NOVIEMBRE DE 2011, MADRID
La relación entre la naturaleza y el hombre no ha sido tenida en cuenta lo suficiente en nuestra sociedad, y la iglesia tampoco se salva de esta actitud. Eso es lo que cuenta Miguel Wickham, graduado en geografía por Oxford que dirige la educación secundaria en la International School en Madrid. Este cristiano evangélico, miembro de la iglesia de La Elipa (Madrid) , es autor junto a su padre Pablo Wickham de Ecología y Biblia , un libro en el que desafía a la iglesia a una interpretación adecuada de su papel en la tierra con respecto a la naturaleza.
Para Wickham, el hombre ha perdido su mentalidad ecológica. En parte porque vive aislado de la naturaleza, “entre cemento y cristal”, dice en la entrevista realizada por Beatriz Garrido para Protestante Digital.
Este aislamiento ha llevado al hombre a perder contacto con la tierra. Ya casi no sabemos de donde proceden los alimentos que consumimos. Pero además, a nivel religioso, se ha perdido la consciencia de la relación espiritual con la tierra. “Ya no pensamos en lo que la tierra nos provee, ya no lo apreciamos, y no nos damos cuenta que tiene que ver con nuestro Dios, que es quien mantiene esto. Es como un suicidio del hombre que quiere romper con todo”, añade.
NUEVA CONCIENCIA ECOLÓGICA
Para Miguel Wickham, es necesario formar una nueva conciencia ecológica . “Tenemos que retomar el camino correcto en nuestra sociedad. La crisis es un parón, parece que la tierra dice 'basta' -sugiere-. Nuestra relación con los recursos debe cambiar porque hay un límite”.
¿Podría este cambio de mentalidad comenzar en las iglesias? En opinión de Wickham así debería ser, ya que es Dios quien “en la Biblia habla de reconocerle y darnos cuenta de que todo viene de él”.
No se trata sólo de enseñar cómo reciclar, sino de algo más profundo . “La acción genuina ecológica tiene que salir del centro de nuestra fe. Debe haber un cambio de vida hacia lo sostenible (…) La crisis ecológica es espiritual, por tanto, necesitamos un arrepentimiento y una conversión a Dios”. Este regreso al creador serviría para reconocer que la tierra “no fue creada para nosotros, sino para gloria suya”, explica Wickham.
INTERPRETACIONES ADECUADAS
Lo cierto es que las iglesias evangélicas no han destacado por dar un mensaje ecológico al mundo. Para Wickham, es necesario volver a la Biblia para encontrar las respuestas.
El mensaje comienza desde el principio. “En Génesis encontramos que Dios habla al hombre de mayordomía, diciéndole que trabaje la tierra. Aquí la palabra 'dominio' tiene que entenderse en su contexto: se refiere al oficio de un jardinero fiel”, alguien encomendado a cuidar “algo que no es suyo”. Estos versículos de Génesis que “se han interpretado mal, entendiendo que este dominio nos permite hacer lo que queramos con la tierra” son claves para el cambio de mentalidad.
En el Pentateuco encontramos más mandatos relacionados con un cuidado adecuado de la naturaleza, como el descanso de la tierra o el reparto adecuado para evitar su explotación especulativa. Israel es un pueblo que vivirá en los montes para bajar a los valles a cultivar. Y el juicio por su pecado vendrá en forma de sequías, así como la bendición por su obediencia se traduce en un mejor resultado de las cosechas.
Hay, por tanto, un mensaje de restauración de la naturaleza que continúa en el Nuevo Testamento. “La creación gime por el abandono de Dios. Tenemos una esperanza tremenda porque en Romanos dice de que la creación misma será libertada. Parte de un arrepentimiento, un vuelco en la conciencia, una vuelta a la Palabra de Dios, que ordene la relación con los demás y con la naturaleza misma. Es una relación en equilibrio”, explica Wickham.
Además, los profetas insisten en esta idea al hablar de “la sanidad de la tierra”. “Nos hemos vuelto los jefes de la creación quitando el lugar de Dios. Daremos cuentas a Dios por cómo tratamos la creación tan maravillosa que nos ha dejado para cuidar, de forma individual y de forma eclesial también”.
Para Wickham, el hombre ha perdido su mentalidad ecológica. En parte porque vive aislado de la naturaleza, “entre cemento y cristal”, dice en la entrevista realizada por Beatriz Garrido para Protestante Digital.
Este aislamiento ha llevado al hombre a perder contacto con la tierra. Ya casi no sabemos de donde proceden los alimentos que consumimos. Pero además, a nivel religioso, se ha perdido la consciencia de la relación espiritual con la tierra. “Ya no pensamos en lo que la tierra nos provee, ya no lo apreciamos, y no nos damos cuenta que tiene que ver con nuestro Dios, que es quien mantiene esto. Es como un suicidio del hombre que quiere romper con todo”, añade.
NUEVA CONCIENCIA ECOLÓGICA
Para Miguel Wickham, es necesario formar una nueva conciencia ecológica . “Tenemos que retomar el camino correcto en nuestra sociedad. La crisis es un parón, parece que la tierra dice 'basta' -sugiere-. Nuestra relación con los recursos debe cambiar porque hay un límite”.
¿Podría este cambio de mentalidad comenzar en las iglesias? En opinión de Wickham así debería ser, ya que es Dios quien “en la Biblia habla de reconocerle y darnos cuenta de que todo viene de él”.
No se trata sólo de enseñar cómo reciclar, sino de algo más profundo . “La acción genuina ecológica tiene que salir del centro de nuestra fe. Debe haber un cambio de vida hacia lo sostenible (…) La crisis ecológica es espiritual, por tanto, necesitamos un arrepentimiento y una conversión a Dios”. Este regreso al creador serviría para reconocer que la tierra “no fue creada para nosotros, sino para gloria suya”, explica Wickham.
INTERPRETACIONES ADECUADAS
Lo cierto es que las iglesias evangélicas no han destacado por dar un mensaje ecológico al mundo. Para Wickham, es necesario volver a la Biblia para encontrar las respuestas.
El mensaje comienza desde el principio. “En Génesis encontramos que Dios habla al hombre de mayordomía, diciéndole que trabaje la tierra. Aquí la palabra 'dominio' tiene que entenderse en su contexto: se refiere al oficio de un jardinero fiel”, alguien encomendado a cuidar “algo que no es suyo”. Estos versículos de Génesis que “se han interpretado mal, entendiendo que este dominio nos permite hacer lo que queramos con la tierra” son claves para el cambio de mentalidad.
En el Pentateuco encontramos más mandatos relacionados con un cuidado adecuado de la naturaleza, como el descanso de la tierra o el reparto adecuado para evitar su explotación especulativa. Israel es un pueblo que vivirá en los montes para bajar a los valles a cultivar. Y el juicio por su pecado vendrá en forma de sequías, así como la bendición por su obediencia se traduce en un mejor resultado de las cosechas.
Hay, por tanto, un mensaje de restauración de la naturaleza que continúa en el Nuevo Testamento. “La creación gime por el abandono de Dios. Tenemos una esperanza tremenda porque en Romanos dice de que la creación misma será libertada. Parte de un arrepentimiento, un vuelco en la conciencia, una vuelta a la Palabra de Dios, que ordene la relación con los demás y con la naturaleza misma. Es una relación en equilibrio”, explica Wickham.
Además, los profetas insisten en esta idea al hablar de “la sanidad de la tierra”. “Nos hemos vuelto los jefes de la creación quitando el lugar de Dios. Daremos cuentas a Dios por cómo tratamos la creación tan maravillosa que nos ha dejado para cuidar, de forma individual y de forma eclesial también”.
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