Rev.
Jorge Álvarez
“Se
puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese
conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví.” Éxodo 32:26.
Cuando hablamos de “júntense”, esta se define
como la reunión de varias personas, vendría a ser la unión de dos o más
personas. La palabra juntarse viene de unir, reunir, enlazar, acercar, o sea no
quedarnos en la distancia, sino dar unos pasos y acercarnos; viene de acoplar,
de agrupar, de amontonar, es decir vamos a hablar de la unidad, vamos de hablar
de estar juntos.
La Biblia dice que en el cielo, Luzbel no
quiso estar unido. A Luzbel la luz del Señor le daba en sus vestidos y creía que
tenía luz propia, que podía brillar solo y se separó. Nuestro Dios le dijo: “Se
enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa
de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra…” (Ezequiel 28:17); y fue arrojado de
un puntapié.
Abraham fue llamado por Dios y tuvo que
renunciar a su tierra y a su parentela. Dios llamó a Abraham para que se
juntase; pero primero para que renunciase a sus seres queridos. Después Dios
trató con Isaac, después con Jacob. José fue quien traslado toda su familia a
Egipto. Luego al pasar el tiempo el pueblo de Israel fue esclavo por unos 430
años, pero el pueblo de Israel se junto para pedir libertad, y para ser libre lo
único que hay que hacer es clamar a Dios; y para esto Dios llamó a Moisés, quien
empezó a juntarlos, para llevarlos a la tierra que fluye leche y miel.
Este pueblo por no permanecer juntos, porque
tuvo dudas, surgiendo la incredulidad; y esto los llevó a la idolatría. Dios le
había dado a este pueblo una fuerza especial, juntos soportaron las diez
plagas, juntos disfrutaron de la pascua y juntos cruzaron el Mar Rojo. Dios los
alimentó, aun la ropa y los calzados ni se desgastaron, porque cuando estaban
juntos Dios los cuidó. Juntos vieron la gloria de Dios y conocieron a Jehová su
proveedor, y juntos llegaron al monte Sinaí.
Moisés subió a la cima del monte Sinaí, Josué
se quedó cerca, y abajo en la llanura estaba Aarón con el pueblo; y “viendo el
pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón,
y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a
este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le
haya acontecido.” (Éxodo 32:1). En medio de todas las bendiciones, entonces
surgió la separación, ya no estaban juntos. Aarón estaba abajo, no había subido
al monte; ese es el peligro de los que no suben y se quedan siempre abajo, que
toman malas decisiones, por eso nosotros debemos estar buscando las alturas,
debemos estar escalando peldaños, tenemos que estar siempre subiendo, aquí no se
puede bajar, aquí no se puede estar en la llanura, aquí Dios nos ha llamado a
subir el monte y veremos como Dios nos respaldará.
Llegó entonces el momento que Aarón se separó
e hizo el becerro de oro que el pueblo le pidió. Los que están arriba, mientras
están haciendo la obra de Dios, mientras están yendo para otros países, no
faltarán los que están abajo que quieran dividirse o crear división a la obra.
Entonces el pueblo se volvió a la Idolatría y vino la murmuración. “¡Ay de
ellos! porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra
mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron mentiras contra mí.” Oseas
7:13. ¡Ay de ellos! Porque se han apartado y están lazando lodo y todo mal,
hablando mentira, ellos estaban hablando mal de uno de los Siervos de Dios, de
la obra de Dios, están hablando mal del Señor, lo están haciendo contra el Dios
Todopoderoso.
Moisés estaba en las alturas, ellos estaban en
las faldas del monte Sinaí. Los Israelitas al ver que Moisés demoraba, le
pidieron a Aarón que le hicieran dioses que les pudieran guiar, creyeron que
Moisés se había olvidado del pueblo. Aarón aceptó y pidió a este pueblo sus
ornamentos para hacer el becerro de fundición. Mientras Moisés estaba en la cima
ellos tenían fiesta, tenían orgia, había idolatría. “Entonces Jehová dijo a
Moisés: Anda desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se
ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho
un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han
dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.”
Éxodo 32:7-8.
La gloria que era de Dios se la dieron para el
becerro de fundición. “Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que
por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira
en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande. Entonces Moisés oró
en presencia de Jehová Dios y mire lo que dice allí, le dijo oh Jehová: Entonces
Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se
encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con
gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo:
Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz
de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu
pueblo.” Éxodo 32:9-12.
Moisés trató de detener la ira de Dios.
“Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel sus siervos, a los cuales has jurado
por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las
estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he
hablado, y la tomarán por heredad para siempre. Entonces Jehová se arrepintió
del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.” Éxodo 32:13-14.
Moisés desciende del monte, con las tablas en
sus manos. “Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés:
Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de
fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo.” Éxodo
32:17-18.
“Y aconteció que cuando él llegó al
campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las
tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían
hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció
sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.” Éxodo 32:19-20. Cuando
Moisés ya estaba bajando del monte Sinaí, entonces ve el becerro de oro y a los
que están danzando, que están adorando el becerro de oro, Moisés llevaba las
tablas, arrojó las tablas y viendo Moisés lo que hizo Aarón que los dividió en
la idolatría, Moisés vio la división y dijo: ¡Aquí yo no me voy a poner hacer
ninguna cosa, no, aquí hay que hacer un alto, aquí hay una división!
Él se ha dejado dañar por esto, sí como hay
una división y están creando una división, lo que voy hacer es lo siguiente,
dice Moisés, esto es con tranquilidad, esto es con serenidad, con sabiduría de
Dios y con dirección de Dios, entonces es que Moisés habla y dice: “Se puso
Moisés a la puerta del campamento…” Éxodo 32:26. El campamento tenía una puerta
y allí Moisés se colocó, descendió completamente tranquilo, luego de lanzar las
tablas se detuvo frente a la puerta del campamento y dijo: “¿Quién está por
Jehová?” (v. 26).5 Sencillo, aquí nosotros no necesitamos a nadie que no esté
por Jehová, que no quiere identificarse con nuestro Dios, lo que se identifica
con el diablo, con Satanás, con Lucifer, con los demonios, a esos no los
necesitamos, que se entienda.
“¿Quién está por Jehová?” Esa fue la pregunta.
Inmediatamente les dijo: ¡Júntense los que estén por Jehová! O sea, vamos a
estar juntos, vamos a volver a lo que éramos antes, a la unidad, vamos a volver
a estar juntos, porque separados no podemos hacer la obra. Aquí necesitamos un
cuerpo ministerial que este junto, que este unido, si nosotros estamos unidos no
hay diablo que pueda contra este pueblo, juntos así amarrados, el Señor nos
quiere juntos, ¿quién está por Jehová?, ¡júntese conmigo!
“¿Quién está por Jehová?” Basta ya de los
hipócritas, basta ya de los traidores, basta ya de los dobles cara aquí tenemos
que ser de una sola cara, aquí no puede haber traidores, a los de doble cara,
les vamos a sacarlos fuera en el nombre del Señor. Entonces el llamado aquí es
por los que están por Jehová; entonces inmediatamente dice: “Júntense conmigo”.
El bando de Jesús está a un lado, el bando del diablo está al otro lado; en el
bando del Señor hay dominio, hay control, en el lado del Señor hay sabiduría, en
el lado del Señor hay poder.
Salomón vino y se postró al lado del Señor y
se acercó, porque esto es asunto de acercamiento; ¡Me acerco al Señor, me defino
de una vez por todas, o sigo jugando al escondite, a los disfraces, me pongo
esta máscara cuando estoy aquí y me pongo la otra máscara por allá…! Aquí
tenemos que tener la cara que tenemos, aquí no es ponerse ni quitarte máscaras;
nosotros encontramos que en el lado del enemigo está la soberbia, están los
ciegos espirituales, que no ven nada, en el lado de los enemigos está la
difamación, en el lado de los enemigos está la calumnia, en el lado de los
enemigos esta la murmuración, en el lado del enemigo está la mentira, en el lado
del enemigo está el adulterio, en el lado del enemigo está la fornicación, en el
lado del enemigo está todo clase vicios, está el homosexualismo, está el
lesbianismo, en el lado del enemigo está el pecado.
Ahora dice: “¡Júntense conmigo!” Y se juntaron
toda la tribu de Leví. O sea hay que juntarse, pero quiénes empezaron a
juntarse: los que empezaron a juntarse fueron los pastores, la tribu de Leví.
¿Dónde están los pastores que quieran juntarse?, es hora de juntarnos, si están
junto con Él no importa lo que está hablando el diablo, no importa la
murmuración ni la mentira, no importa, lo ponemos bajo la planta de nuestros
pies, porque no tiene parte ni suerte con ninguno de nosotros, somos sus hijos,
somos sus Siervos y hay que respetar los hombres y las mujeres de Dios. Lo
primero era separación; la gente que está hablando mal de esta obra, no merece
ser nuestros amigos, vamos a comprometernos con Dios, a cortar toda comunicación
con el otro bando, ese bando de Satanás, ese bando es del enemigo y nosotros
necesitamos el bando del Señor, júntense; lo primero es SEPARACIÓN y lo segundo
es CONSAGRACIÓN.
¿Quién está del lado de Jehová? Un pueblo
unido no puede ser destruido, un pueblo unido no puede desaparecer. Nada puede
destruir a un pueblo que está unido, un pueblo que está unido hay una fuerza
grande, hay una fuerza superior, el Señor nos quiere juntos. El diablo no puede
porque este pueblo está junto, que siga hablando el diablo, que como la iglesia
primitiva se multiplicará, se multiplicaban por miles, no importa la mentira del
diablo, nosotros seguiremos juntos, más juntos, ¡nosotros estamos juntos, con
nuestro Dios!
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