“Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a
los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos 8:28.
Hace muchos años, un campesino volvía a su casa
a caballo luego de haber estado varios días en una fiesta en París. Mientras
hacía su camino revivía en su imaginación los agradables momentos que había
disfrutado. También se imaginaba el gozo que iluminaría el rostro de su esposa y
de sus hijos cuando vieran los regalos que les traía, los cuales venían
envueltos dentro de una gran maleta. Apenas había visto que el cielo se
oscurecía rápidamente.
De pronto comenzó a llover, y el hombre se
empapó hasta los huesos. Estaba encolerizado. ¿Por qué le sucedía esto
justamente a él y en ese mismo momento? Mientras continuaba quejándose de su
mala fortuna, desde unos arbustos de junto al camino saltó un ladrón con el
revólver desenfundado. Pálido de terror, el campesino oyó el ¡click! del
percutor cuando el bandido preparó el arma. Pero no hubo disparo. Algo sucedió.
Sin perder un momento, nuestro hombre clavó las espuelas a su caballo y pronto
estuvo fuera del alcance de su atacante.
"¡Qué necio he sido!" pensó. "Me quejé de que
la lluvia estaba arruinando mi viaje a casa. Pero si la lluvia no hubiera
humedecido la pólvora del arma del ladrón, yo habría sido muerto. Nunca hubiera
llegado a casa para reunirme con mi familia".
Cuán a menudo nuestros lamentos se tornarían
en alabanzas si pudiéramos ver que alguna amarga vicisitud es realmente una
bendición disfrazada. Cesarían nuestras murmuraciones tontas.
Pero los que confían en Dios no deben
preocuparse por los sinsabores que la vida le brinda. Su fe debe descansar en
las promesas que Dios ha hecho para nosotros. Dios es lo suficientemente
poderoso para convertir nuestros problemas y nuestras derrotas en las victorias
más increíbles del mundo. Donde sólo vemos oscuridad, Dios ve el sol de
mediodía. Todo lo que nos sucede ahora, es semilla del gozo eterno que tendremos
en la nueva Jerusalén. Es cuestión de ser optimista y confiar que Dios hará tal
como Él ha prometido y nos asegura que Él no nos va a fallar.
Así lo hicieron todos los grandes hombres y
mujeres de la Biblia, su secreto era esperar en Dios y Él mostraría su fortaleza
en sus debilidades. Así resucitaron a los muertos, predicaron el Evangelio,
ganaron batallas y mucho más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario