Sabés hay cosas en nuestras vidas “que nos marcan para siempre”, en el caso de Juan fue un incendio del cual salió ileso, o sea “lo pudo contar”; creo que cuando en la vida nos pasan cosas raras, a veces difíciles, otras insólitas, son para que algo ocurra en nosotros, me refiero en nuestra actitud, en nuestra forma de pensar… Pero hoy me quiero referir especialmente, en cuanto al momento en que Dios te llama para algo especial, siempre hay un día en que él se manifiesta a nosotros de una manera “diferente”, algo que vivimos, que nos tocó más profundamente en un determinado momento e hizo que tomásemos un rumbo diferente en nuestra vida.
Te voy a contar brevemente, cómo Dios me llamó a mí. Un día estuve en un Hotel en Argentina en la zona Sur del país exactamente, y ese lugar estaba dirigido por creyentes, así que todo lo que hacíamos tenía una connotación espiritual. Fue una semana allí y al finalizar la misma, mi esposo y yo nos dimos cuenta que Dios nos estaba hablando directamente a nuestro corazón, de servirle a él sin miramientos…el Señor nos habló de muchas formas, a través de la alabanza, de la gente, de la naturaleza y de Su Palabra. Así que a partir de ahí TODO CAMBIÓ en nuestras vidas, nos fuimos a estudiar la Biblia junto con nuestros tres hijos, a un Instituto Bíblico y empezamos a servirle a Dios como misioneros en nuestro país.
Ahora, no todo es emoción, también nos sentimos en medio del fuego en algún momento, así como Moisés cuando estuvo parado en frente de la zarza que ardía y no se consumía, en ese momento Dios lo estaba llamando a él, pero luego no estuvo “en frente del fuego sino “en medio del fuego” cuando le tuvo que decir a Faraón que dejara ir al pueblo de Israel de la tierra de Egipto. Nada fácil para Moisés, fue esa misión.
El momento del fuego para nosotros, fue que dejamos todo para servir en la obra misionera. Ya no teníamos un trabajo estable, no teníamos obra social y en ese tiempo mi papá se enfermó de cáncer y muchos hermanos nos dieron la espalda porque creían “qué éramos unos irresponsables”. Claro lo que pasa es que EL LLAMADO NO ERA PARA ELLOS, ERA PARA NOSOTROS, Dios no le pide lo mismo a todo el mundo porque sabe Él quién está dispuesto a hacerlo y quién no. Porque es fácil servirlo cuando lo tenemos todo, pero es muy diferente cuando lo hacemos solamente EN SUS FUERZAS…
Bueno pero para terminar la historia, quiero decirles que eso fue hace catorce años atrás, mis hijos tenían: diez, ocho y 6 años. Hoy mi hija es misionera en España, mi segundo hijo en México y el más chico está sirviendo al Señor, con nosotros en Argentina.
Saben los momentos difíciles siempre quedan atrás, cuando obedecemos a Su Llamado, porque Él lo único que quiere, es tratar A SOLAS CON VOS, QUIERE TENER INTIMIDAD contigo. Hoy puedo decirles que cuando pienso en el día, que cruce mi mirada con la de mi Salvador, no voy a tener que bajar la vista, por no haber aceptado su invitación a seguirlo, al contrario, lo voy a mirar bien a los ojos, lo voy a abrazar y lo voy a adorar con todo mi ser.
Como les conté al principio la historia de Juan, del niño rescatado del incendio. Cuando se hizo un hombre se entregó de lleno a Dios y nunca se cansaba de decirle a la gente, que lo que debían hacer era “creer, amar y obedecer”.
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