Rev. Alberto Ortega
“Tras éste, Amasías hijo de Zicri, el cual se había ofrecido voluntariamente a Jehová, y con él doscientos hombres valientes.” 2 Crónicas 17:16.
El rey Josafat fue un hombre clave en el reino de Judá. Su triunfo fue tanto interno como externo, es decir, dentro y fuera de sus fronteras. Primeramente se ocupó de la seguridad física de sus súbditos: “Puso ejércitos en todas las ciudades fortificadas de Judá, y colocó gente de guarnición en tierra de Judá, y asimismo en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado.” (2 Crónicas 17:2).
Luego, le dio prioridad a la restauración espiritual de la nación, un proceso que Josafat inició por medio de su propio ejemplo: “Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre” (2 Crónicas 17:3).
Cuando consideremos la vida de Josafat, vemos una persona con proyecciones claras, con visión, éxito y victoria. Pero, detrás de cada persona que reúne tales cualidades, siempre hay otras vidas que se unieron a ella, e hicieron posibles esos logros. Estas personas, tras bastidores, se entregaron a los propósitos de Dios, y por ende, fueron útiles en el entorno del liderazgo que los presidia. Estos hombres ocuparon unas posiciones claves en la defensa, en el progreso, y en la bendición del reino al lado del que los lideraba.
A veces, pensamos que el poderío económico es la clave del éxito, aunque indudablemente, toda Obra necesita fondos para crecer y expandirse. Sin embargo, después de la insustituible presencia y la bendición de Dios, la clave del éxito estriba en la calidad de los hombres que están integrados dentro de la Obra.
Aquellos hombres eran conocidos tantos por los rangos que ocupaban en el seno del ejército, como también por sus cualidades morales. Por ejemplo Adnas, era general; Johanán, era jefe; Eliada, era un hombre muy valeroso. Pero cuando las Escrituras mencionan a Amasías, estas indican que aquel: “se había ofrecido voluntariamente a Jehová, y con él doscientos mil hombres valientes” (2 Crónicas 17:16). Amasías es conocido en el registro bíblico como el hombre del ofrecimiento voluntario, dicho de otra manera, nadie le sugirió, le obligó, le suplicó, ni lo forzó, sino que él se ofreció voluntariamente a Jehová. Este ofrecimiento a Dios lo llevó, junto con otros hombres, a las más altas esferas del liderazgo cercano al rey.
Amasías no ofreció a Jehová para obtener un rango o una posición, sino que su ofrecimiento fue una entrega simple e incondicional a Dios, y para lo que el Señor dispusiera con su vida. Este tipo de entrega hace que Dios se agrade de una persona, disponga de ella, la forme, haga planes con ella; y luego la ubique en el lugar donde todos los que están envueltos en un mover específico de Dios la consideren y le encarguen una labor concreta.
Pese a esto, el alcance que tuvo Amasías no termina ahí. En efecto, leemos: “y con él doscientos mil hombres valientes.” Esto significa que su ejemplo motivó, influenció e inspiró a otros doscientos mil hombres. Es que el ofrecimiento voluntario es una semilla que produce a su vez otros ofrecimientos voluntarios, y otras entregas incondicionales.
Amados, Dios sigue motivando, llamando a otros Amasías para estos días… ¿Acaso serás tú uno de los que se entreguen voluntariamente en las manos del Señor para estos días? ¿Te ofreciste voluntariamente, pero te volviste hacia atrás? ¿Por qué no renuevas hoy tu ofrecimiento voluntario? Dios está contando contigo para tu iglesia local o para Su obra. Levanta en este instante una oración al Dios del cielo, ofrécete voluntariamente a fin de que Él te tome en Sus benditas manos. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario