La tarea suprema de la Iglesia es la Evangelización del mundo. La Iglesia no debe desarrollar ninguna empresa o actividad con mayor celo, entusiasmo y prioridad que la evangelización del mundo.
Cuando la Iglesia ha comprendido su responsabilidad delante del Señor y está llena de Su gloria y Su presencia, responderá voluntariamente al llamado del Señor de: "Id por todo el mundo (campo) y predicad el Evangelio a toda criatura." (Marcos 16:15).
En Marcos 16:15, es el Señor Jesucristo quien invita a la Iglesia a ir al campo, pero en Cantares 7:11, es la Iglesia quien invita al Señor a ir al campo, pues ella quiere ver cumplido el deseo de su corazón para su amado Salvador: "Allí te daré mis amores" (Cantares 7:12).
La evangelización del mundo debe ser un deseo espontáneo de la Iglesia, sin sentirse presionada u obligada, pero sí cargada con la carga de la salvación de los perdidos sobre sus hombros.
Como mejor demuestra la Iglesia su amor al Señor, es con hechos, saliendo al campo, trabajando en la evangelización del mundo y ganando almas para el reino de los cielos.
La Iglesia cuenta con todo lo necesario para cumplir con la gran comisión de nuestro amado Salvador Jesucristo. Su sostén, la oración; Su poder, el Espíritu Santo; Su mensaje, Cristo; Su equipo, Los Dones del Espíritu Santo; Su Autoridad, la Palabra, el Nombre de Cristo y el Espíritu Santo; Su campo de labor, el mundo.
Amado lector, ¿amas al Señor?, ¿amas las almas pérdidas? ¿Quieres trabajar por el Señor? ¡Sí! Pues invita al Señor y dile: "Salgamos al Campo" (Cantares 7:11), trabajemos "entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (Juan 9:4). ¡Dios te bendiga!
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