miércoles, 18 de enero de 2012

¿Fue Pedro el primer Papa?



 Al frente de la Iglesia Católica Romana está el Papa de Roma. Este hombre, de acuerdo con la doctrina católica, es la cabeza de la Iglesia y sucesor del apóstol Pedro.
 De acuerdo a esta creencia, Cristo eligió a Pedro como el primer Papa, quien entonces fue a Roma y sirvió en este puesto durante veinticinco años. Comenzando con Pedro, la Iglesia Católica reclama una sucesión de papas hasta el día de hoy y sobre esta creencia está construida la fundación de la Iglesia Católica en su totalidad. ¿Pero enseñan las Escrituras que Cristo haya ordenado a un hombre por encima de todos en la Iglesia? ¿Reconocieron los primeros cristianos a Pedro como tal? La respuesta a estas preguntas es ¡no! Las Escrituras enseñan claramente que había una igualdad dentro de los miembros de la Iglesia de Cristo y que Él “es la Cabeza de la Iglesia” (Efesios 5:23), ¡no el Papa!
  Jacobo y Juan, junto con su madre, fueron al Señor una vez pidiendo que uno de ellos se sentara a la derecha y el otro a la izquierda en su reino (en los reinos orientales, los dos ministros principales del estado, segundos en autoridad tras el monarca, eran sentados uno a la derecha y otro a la izquierda). Bien, si la declaración católica fuera verdadera, Jesús les hubiera contestado que ya había otorgado el lado derecho a Pedro, ¡y que no pensaba crear sitio para nadie en su izquierda! Pero, sin embargo, he aquí la respuesta que Jesús les dio: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad” (Mateo 20:20-26 y Marcos 10:35-43).
  En otras palabras, Jesús les dijo a sus discípulos que no debían actuar como reyes. ¡Ellos no eran para ponerse coronas, sentarse en tronos, ni asemejarse a los reyes gentiles! Pero todas estas cosas han hecho los papas a través de los siglos. En esta declaración, nuestro Señor dice claramente que ninguno de ellos debía hacerse grande sobre los demás. Por el contrario, les enseñó la igualdad, negando claramente los principios que involucra el tener a un Papa reinante sobre la Iglesia, como el “obispo de obispos” o “pastor de los pastores”.
  El hecho de que debía haber igualdad entre los apóstoles, se ve también en Mateo 23:4-10. En este pasaje Jesús amonestó a los discípulos contra el uso de títulos como el de “padre” (la palabra papa significa “padre”), rabino o maestro, “porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” y “porque uno es vuestro Maestro, el Cristo”, y “todos vosotros sois hermanos”. Ciertamente, la idea de que uno de ellos debiera ser exaltado a la posición de Papa está en desacuerdo completamente con estos textos.
  Pero a los católicos romanos se les enseña que Pedro era tan superior a los otros discípulos, ¡que la Iglesia entera fue edificada sobre él! El versículo que usan para apoyar esta declaración, es Mateo 16:18: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca (piedra) edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.
  Sin embargo, si tomamos este versículo en su contenido, podemos ver claramente que la Iglesia no fue construida sobre Pedro, sino sobre Cristo. En los versículos anteriores, Jesús preguntó a sus discípulos sobre lo que decían los hombres que Él era. Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías y algunos decían que era uno de los profetas. Entonces Jesús les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Y Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Entonces Cristo contestó: “Tú eres Pedro (petros, una masa rocosa), y sobre esta roca (la gran roca de fundación, o sea, la gran verdad que Pedro expresó) edificaré mi Iglesia”. La Roca sobre la cual la verdadera Iglesia había de ser edificada, era conectada con la expresión de Pedro –“Tú eres el Cristo”– y así la verdadera fundación sobre la cual la Iglesia fue construida, fue sobre el mismo Cristo, no sobre Pedro.
  Hay otros versículos que indican muy claramente quién es la verdadera roca de fundación; sabemos con entera seguridad que no fue Pedro, pues éste mismo declaró que Cristo era la roca de fundamento (1 Pedro 2:4-8). Dijo también el apóstol a los líderes israelitas que Cristo era la piedra “reprobada por vosotros los edificadores” y que “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11-12). La Iglesia fue construida sobre Cristo. El es el verdadero fundamento y no hay otro. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:11).
  Es obvio que los otros discípulos no tomaron las palabras de nuestro Señor –“sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”– como que estaba exaltando a Pedro para ser su papa, pues dos capítulos más adelante le preguntaron a Jesús acerca de quién sería el mayor (Mateo18:1). Si anteriormente Jesús hubiera declarado a Pedro como aquél sobre el cual se habría de edificara la Iglesia; si este verso probara que Pedro habría de ser el Papa, ¡entonces los discípulos hubieran sabido naturalmente quién era el mayor entre ellos y no lo hubieran preguntado!
  Comparemos más de cerca de Pedro con los papas, ¡y veremos concretamente que Pedro no fue papa!
  1. Pedro era casado. El hecho de que Pedro fuera un hombre casado no armoniza con la posición católica romana de que el Papa debe ser soltero. Las Escrituras nos dicen que la suegra de Pedro fue sanada de una fiebre (Marcos 1:30 y Mateo 8:14). ¡Naturalmente que Pedro no podía tener suegra, si no tuviera esposa!
  Sin embargo, algunos tratan de explicar esta discrepancia diciendo que Pedro cesó de vivir con su esposa. Si así fue, ¿entonces su esposa lo dejó? ¿Por qué? ¿Fue acaso incompatibilidad de caracteres? ¿O tal vez él la dejó? Si así fue, entonces fue un desertor. En cualquiera de ambos casos, ¡fue una pobre fundación sobre la cual construir una Iglesia!
  Pero la Biblia indica claramente que Pedro ¡no dejó a su esposa! Veinticinco años después de que Jesús regresase al cielo, el apóstol Pablo menciona que los diferentes apóstoles tenían esposas – incluso Cefas (1 Corintios 9:5). Cefas era el nombre en arameo de Pedro (Juan 1:42). Obviamente, Pedro no había abandonado a su esposa.
  2. Pedro no permitía que un hombre se le arrodillara a sus pies. Cuando Pedro entró a la casa de Cornelio, leemos que “salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre” (Hechos 10:25-26). ¡Esto difiere mucho de lo que hubiera hecho y dicho un papa! Los hombres se humillan ante el Papa y él se complace en esto.
  3. Los papas colocan la tradición en igual sitio que la Palabra de Dios. En el Evangelio según San Mateo 15:6-7, Jesús les dijo a los religiosos de su tiempo, los cuales no honraban a sus padres, leemos: “Así habéis invalidado (anulado) el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”.  El sermón de Pedro en el día de Pentecostés estaba lleno de la Palabra de Dios, no de tradiciones de hombres, y cuando las gentes preguntaron qué debían hacer para agradar a Dios, Pedro les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
  4. Pedro no fue papa ni portó corona alguna. Pedro mismo explicó que el pueblo de Dios no debía usar coronas en esta vida, pero “cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:4). Hasta entonces, no hemos de portar corona ninguna. Y dado que Cristo no ha regresado, ¡la corona que el papa usa, no ha sido puesta sobre él por Cristo!
  En resumen, Pedro nunca actuó como papa. Nunca vistió como papa, nunca habló como papa, nunca escribió como papa, y el pueblo jamás se dirigió a él como tal. ¿Por qué? ¡Porque Pedro no era papa!
  Probablemente en los primeros días de la Iglesia, Pedro tomó una posición preeminente entre los apóstoles. Esto no lo negamos. Fue Pedro quien predicó el primer sermón después de descender el Espíritu Santo en el día de Pentecostés y tres mil almas fueron añadidas al Señor ese día. Después fue Pedro quien primeramente llevó el Evangelio a los gentiles. Siempre que encontramos una lista de los doce apóstoles en la Biblia, Pedro es siempre el primero en mencionarse (Mateo 10:2, Marcos 3:16, Lucas 6:14 y Hechos 1:13). ¡Pero ninguno de estos casos, ni siquiera usando mucha imaginación, indica que Pedro fuese el papa y obispo universal de los obispos!
  Aunque aparentemente Pedro tomó el sitio más sobresaliente dentro del apostolado en un principio, Pablo, años más tarde, es quien parece haber tenido el ministerio más notorio. Como escritor del Nuevo Testamento, por ejemplo, Pablo escribió 100 capítulos con 2.325 versículos, mientras que Pedro sólo escribió 8 capítulos con 166 versos. De modo que el ministerio de Pablo tuvo un alcance superior al de Pedro.
  En Gálatas 2:9, Pablo escribió de Jacobo, Pedro (Cefas) y Juan como columnas de la Iglesia Cristiana. Pero Pablo pudo decir: “En nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy” (2 Corintios, 12:11 y 11:5). Pero si Pedro hubiese sido el pontífice supremo, el Papa, ¡entonces, ciertamente, Pablo hubiera sido algo menor que Pedro! Obviamente no fue este el caso. Luego, en Gálatas 2:11, leemos que Pablo le llamó la atención a Pedro “porque era de condenar”. ¡De esto podemos deducir que Pedro no era considerado como un papa “infalible”!
  Pablo dijo: “yo soy apóstol a los gentiles” (Romanos 11:13), en tanto que el ministerio de Pedro fue encaminado hacia el evangelio de la “circuncisión” (Gálatas 2:7-9). Este solo hecho parece prueba suficiente de que Pedro no fue obispo de Roma, como se enseña a los católicos, porque Roma era una ciudad gentil. Todo esto es sumamente significativo; especialmente cuando consideramos que el fundamento total del catolicismo romano está basado en la declaración de que Pedro fue el primer obispo romano.
  Se pretende que Pedro fue a Roma por el año 41 d.C., y fue martirizado alrededor del 66 d.C., ¡pero ni tan siquiera existe la menor prueba de que Pedro estuviera en Roma! Al contrario, es evidente, en el Nuevo Testamento, que estuvo en Antioquía, Samaria, Cesarea, Jope y en otros sitios, ¡Pero nunca dice que fuera a Roma! Esta es una extraña omisión, ¡especialmente cuando recordamos que Roma era la capital del Imperio y se la tenía como la ciudad más importante del mundo!
  Sin embargo, dicen los católicos romanos que Pedro sufrió martirio allí después de un pontificado de veinticinco años. Si aceptamos el año 66 d.C. como la fecha de su martirio, esto indicaría que fue obispo de Roma desde el año 41 al 66 d.C. Pero en el año 44 d.C., Pedro se hallaba en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15). Cerca del 53 d.C. Pablo se reunió con él en Antioquía (Gálatas 2:11), cerca del 58 d.C., Pablo escribió su carta a los cristianos de Roma, en la cual envía saludos a 27 personas, pero ni siquiera menciona a Pedro. ¡Imagínese usted a un misionero escribiendo a la iglesia, saludando a los 27 miembros principales pero sin mencionar al pastor!
  Ante la estatua de Pedro se han postrado miles de personas. Se supone que es la estatua de Pedro; pero, como hemos de ver en realidad tan sólo es un ídolo de origen no cristiano.
  Con un estudio profundo de las Escrituras, encontramos que Pedro no fue obispo de Roma, que no fue el primer Papa y que el oficio papal no fue instituido por Cristo. Entonces, ¿cuál es el verdadero origen de tal oficio y por qué tratar de unir a Pedro con Roma?

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