Señor, te doy gracias porque sé que existes,
porque en el mundo y la vida Tú estás presente. Te doy gracias porque has puesto
cerca de mí a mucha gente: familia, compañeros y amigos; En ellos encuentro el
reflejo de tu amor. Gracias también por la tristeza, por el dolor y la necesidad
que hace acordarme de Ti. Gracias por las cosas, por la gente, por la alegría,
por la presencia. ¡Gracias Señor, por todo!
Amigos y Amigas: La gratitud tiene un hueco que
se llama deber. Es el hacer algo por lo recibido. Es como decir que el deber es
un resorte de la gratitud. La gratitud engendra en si mima la acción de dar
gracias por lo recibido. Esta finalidad es ser agradecido.
Cuando uno aprecia lo que Dios hace y ve las
maravillas que ofrece la naturaleza, se asombra como lo hizo Salomón al observar
la vida de las
hormigas: “Mira la
hormiga, perezoso. Observa sus caminos y sé sabio: ella, sin tener capitán,
gobernador ni señor, prepara en el verano su comida, recoge en el tiempo de la
siega su sustento.” (Proverbios 6: 6-8)
El hombre en su devenir no puede perder su
sentido de estupor, la capacidad de maravillarse por lo que Dios ha hecho con la
naturaleza y con nosotros, dándonos de su abundante amor. “Dios es amor”.
Nosotros creemos en el amor. Creer en el amor es creer en la fuerza del amor.
“Podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, sino tengo amor,
no soy más que un metal que resuena.” El amor es el mensaje fundamental que el
cristiano debe transmitir durante su jornada de vida. Amando se tiene la razón,
amando se triunfa, se enseña amando y se saca a flote a una persona amándola.
Porque somos nuevas criaturas en Cristo. “De modo que si alguno esta en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (
2Corintios 5:17)
El amor llevó a Dios a darnos un beso. Ese beso
es Jesucristo, su Hijo amado. La acción de amor del Padre, acción salvífica de
Dios por su pura gracia. Es por el amor de Jesucristo que entendemos el amor de
Dios. Nosotros amamos a Jesucristo porque en su muerte nos redimió y por medio
de la redención nos lleva al Padre. Ahora, amamos a Cristo cuando guardamos sus
palabras. “El que me ama, mi palabra guardará y mi Padre lo amará y vendremos a
y haremos morada con él.” Guardar su palabra significa permaneced en él y el
permanecerá en nosotros“.
“Permaneced en mi, y yo en vosotros. Como el
pámpano no puede llevar frutos por sí mismo, sino permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permaneciereis en mí. Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho frutos; porque
separados de mí nada podéis hacer.”(Juan 15:4-5)
Ahora podemos entender lo que el Apóstol Pablo
dijo: “No conforméis a este mundo, sino transformaos por la renovación del
entendimiento, para que comprobéis la voluntad de Dios, agradable y
perfecta.”(Romanos 12:2) No podemos hacer nada por nosotros mismo, pero si la
palabra de vida está en nosotros, (la mente de Cristo y el Espíritu Santo),
entonces podemos crecer y ser transformados y renovados por medio del
entendimiento. Lo puedes ver más claro de esta manera: “No vivan según los
criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para
que cambie su manera de vivir, es decir, lo que es agradable, lo que es bueno,
lo que es perfecto”.
Hay que diferenciar entre los valores
temporales propios de cada época y los valores universales. Aquellos que son
eternos, los que trascienden todos los tiempos. Por medio de la “palabra viva,’
que ha transformado nuestra manera de pensar y de vivir. Nuestro espíritu y
nuestra mente es renovada y transformada por el Espíritu y la Mente de Cristo
que se perfecciona en mí. Es por esta Sabiduría que transforma nuestro
entendimiento que podemos lanzamos a la aventura del crecimiento por medio de
los frutos del Espíritu. Nos capacitamos no por nosotros mismos, sino por el
Espíritu y la Mente de Cristo que vive en la nueva criatura que ha nacido por el
beso de Dios en su Hijo Jesucristo. Los dones son esos regalos que nos llevan al
crecimiento espiritual. (Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre y dominio propio; contra tales cosas no hay ley. (Gálatas 5:22) Es
en esta tarea que logramos estatura hasta llegar a nuestra estatura en Cristo.
No es tiempo de permanecer pigmeos que sólo nos llevaría a ser enanos de
espíritu.
Existe una fábula de un águila que creció en un
gallinero. Por lo tanto creía que era un gallina y solo corría y cacareaba,
hasta que vio un águila volando que descendió y le dijo: “Tú eres un águila y no
gallina. “Tú puedes volar.” Cuando el águila conoció esta verdad por supuesto
que abrió sus dos alas y voló. El crecimiento espiritual demanda acción del que
ha conocido la verdad en Cristo. Así como el Águila, Dios bajo en picada directa
para decirle a los humanos que no fueron creados para ser infrahumanos sino
Hijos, por medio de la fe en Cristo. Él quitó el velo de nuestra vista. Nos dijo
que somos nuevas criaturas en Él. ¿no es esto maravilloso? Cristo nos declara
santos y nos conduce por los caminos celestiales hasta el Padre celestial. Nos
enseña a volar y lograr grandes conquistas en nuestra interioridad. Ser Hombres
a la Estatura de Cristo y por medio de Cristo.
Amigas y amigos, hay un llamado a crecer. El
reclamo es renovación y transformación en Cristo, que te provee los frutos del
espíritu y dones nuevos para gozar, amar, tener paz y la libertad con la que
Cristo te hizo libre. El Evangelio es sencillo no lo complique con leyes y
doctrinas que los abruman. Así como un águila, Dios bajó en Cristo y te dijo tus
pecados te fueron perdonados y te invita a ser como el águila. Cristo esta en ti
y te dice que puedes volar hasta la eternidad. Ahora renuévate y transfórmate
con la “Palabra viva” del Dios encarnado en Jesucristo, que se hizo acción y
quiere que vivas a la altura de las águilas que ven donde nace y muere el rio
porque tienen una nueva visión.
“Porque todo lo que es nacido de DIOS VENCE AL
MUNDO; y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe.(1 JUAN 4:5)
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