martes, 13 de marzo de 2012

¿Podrá la Iglesia evangelizar a todo el mundo en nuestros días?

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Rev. Luis M. Ortiz

La respuesta es firme y categórica: ¡Sí puede! ¿Cómo puede hacerlo, siguiendo qué plan, o usando qué método?
A lo largo de la historia de la Iglesia se han seguido muchos planes, se han usado muchos métodos. Sin embargo, el mundo no ha sido evangelizado.

Pero hay un plan único que es el que realmente produce los mejores resultados, los resultados anhelados y permanentes; no hay otro plan tan efectivo, tan eficaz, tan extraordinario que el plan recomendado por nuestro Señor Jesucristo en el libro de los Hechos 1:8, que dice: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” La Iglesia al principio no se lanzó a la evangelización del mundo sin antes seguir al pie de la letra el plan ordenado por Cristo.

Y se quedaron en Jerusalén hasta que fueron investidos del poder de lo alto, y cuando recibieron esta envestidura del poder del Espíritu Santo comenzaron a ser testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. Y fue precisamente por esta investidura de poder en la Iglesia apostólica que en el libro de los Hechos hallamos una corriente interminable de milagros y maravillas que respaldaban e impulsaban eficazmente la evangelización del mundo.

Y fue precisamente por esta investidura de poder que esta poderosa Iglesia durante los treinta y dos años que transcurrieron, desde el día de Pentecostés hasta que finaliza el libro de los Hechos, evangelizó a casi todo el mundo conocido. En Hechos 19:10 leemos: “de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la Palabra del Señor Jesús.” También dice en Colosenses 1:5-6 leemos: “cual ya habéis oído por la Palabra verdadera del Evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo”.
El propósito fundamental y casi único de recibir esta investidura de poder del Espíritu Santo es para hacerse testigos eficaces de la Venida del Señor y de Su Evangelio; dicho de otro modo no se puede ser un testigo verdadero y eficaz del Evangelio sin la investidura de poder de lo alto. Tampoco habrá verdadera y completa evangelización del mundo sin la plenitud y el poder del Espíritu Santo.

Hablando de la total evangelización del mundo y de la participación de sus verdaderos testigos llenos del poder del Espíritu Santo, Jesús dice: “Y será predicado este Evangelio… para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mateo 24:14). Se destaca en este versículo una vez más que el mundo será totalmente evangelizado para testimonio, esto es por los verdaderos testigos llenos del poder del Espíritu Santo. Un testigo del Señor tiene que testificar, tiene que hablar y debe hacerlo lleno del Espíritu Santo; si habla sin el poder, sin la investidura, sin la potestad del Espíritu Santo, su testimonio, sus palabras son vacías y sin fruto; y desde luego no es un verdadero testigo de Jesucristo.

Por esto San Pablo que podía usar métodos distintos para evangelizar, que podía recurrir a muchos recursos humanos, que podía impresionar con su sabiduría humana, con su amplísima cultura y con sus doctorados; que podía montar buenos espectáculos, dramas y comedias; que en muchas ciudades podía intervenir exitosamente en la política, y salir electo alcalde, y buscarle empleo a los cristianos; que con su preparación académica podía fundar universidades para doctorar a los pastores; o podía tomar a su ayudante el médico Lucas, y podía establecer dispensarios, policlínicos y hospitales para los pobres, etc. Pero este gran paladín del Evangelio nada de esto hizo, aunque tenía la capacidad para hacerlo, mas él se dio cuenta que para evangelizar al mundo, para ganar almas para Cristo, tenía que ser por el testimonio, por la predicación ungida por el Espíritu Santo.

Pablo escribe a los corintios de la siguiente manera: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (1 Corintios 2:1-5). “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2:12-14).

De manera amados, que como único la Iglesia puede evangelizar a todo el mundo en nuestros días es por el poder, la plenitud, la unción, la potencia, la investidura, el bautismo del Espíritu Santo; ese es el único método bíblico y eficaz, de esto se están dando cuenta muchos líderes evangélicos y muchas iglesias, y están buscando y recibiendo este poder de Pentecostés. Amados, positivamente como único, la Iglesia puede hoy evangelizar a todo el mundo es con el poder y el fuego del Espíritu Santo. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Zacarías 4:6).

Si no lo ha recibido es para usted, pues, el apóstol Pedro dice: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” (Hechos 2:39). Si ya lo recibió debe mantenerse lleno del Espíritu Santo y debe actuar como un fiel testigo de Cristo evangelizando y ganando almas para el reino de los cielos.

Amigo, si no se ha rendido al Señor puede y debe hacerlo en este instante y el Señor le va a salvar, le va perdonar de sus pecados y aun le puede bautizar con el Espíritu Santo, pues, dice la Biblia: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38). Amén.

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