Si
el Señor no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor
no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. – Salmo 127:1. ¿No habéis pecado
vosotros contra el Señor vuestro Dios? – 2 Crónicas 28:10.
En la columna de sucesos de un periódico
aparece la siguiente noticia: En una pequeña ciudad inglesa la sirena anunció un
incendio. Tom P., carnicero de profesión y bombero voluntario, corrió al
cuartel, se puso la chaqueta de cuero, el casco y subió al primer coche que se
dirigía al lugar del siniestro. ¡Qué sorpresa se llevó cuando vio que el
vehículo en el que iba se detuvo delante de su propia casa, la cual poco antes
había dejado y cuyo primer piso ahora estaba ardiendo!
Contamos esta pequeña historia porque nos
parece que ilustra el comportamiento de muchas personas… y que también podría
ser el suyo.
Quizás usted sea muy activo en su entorno
social o religioso; tal vez siempre esté dispuesto a ayudar a la gente, a echar
una mano cuando se le pide… Pero, además de todo ello, ¿Está seguro de que su
casa, su propia vida, no corre peligro? ¿Es consciente de que si no tiene una
relación personal con Dios ni cree en Jesucristo, el único Salvador, está
amenazado por el desastre más terrible que pueda existir, es decir, el juicio de
Dios?
La sirena de alarma suena: ¡Huya de “la ira
venidera”! (Lucas 3:7). Sólo el que está en paz con Dios, entonces puede
ocuparse del verdadero bien de los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario