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Escrita por el poeta Mattew Bridges, sobre la base del pasaje bíblico Apocalipsis 19:12, el himno ratifica la pronta venida triunfal de nuestro Señor Jesucristo a la tierra. Un tema que conmueve a la comunidad cristiana mundial.
Escrita en 1851, por el poeta inglés Matthew Bridges, la alabanza cristiana “A Cristo coronad” es una de las más emblemáticas de la comunidad evangélica mundial debido a que ratifica el regreso triunfal de nuestro Señor Jesucristo a la tierra. Dicha revelación, incluida en el libro del Apocalipsis, es la esencia principal de este canto centenario que cuenta con un sinfín de versiones que resuenan alrededor del planeta en el presente y dan cuenta de la pronta venida del Rey de reyes y Señor de señores.
Bridges, nacido en la ciudad inglesa de Maldon el 14 de julio de 1800, estuvo ligado desde el inicio de su vida a los caminos del Creador. Hijo menor de John Bridges, y hermano del reverendo Charles Bridges, fue educado dentro del seno de la Iglesia Protestante de Inglaterra y alrededor de un ambiente de sólida fe. Inició su carrera literaria con la publicación de un poema, llamado “Jerusalén recuperado”, en 1825, y posteriormente en 1828 sacó a la luz un libro titulado “El Imperio Romano bajo Constantino el Grande”.
TRABAJO LITERARIO
Los versos originales de “A Cristo coronad”, aparecidos luego de la irrupción del “Movimiento de Oxford”, que impulsó en el Reino Unido la recuperación de las tradiciones religiosas más antiguas, fueron escritos por Bridges sobre la base del pasaje bíblico Apocalipsis 19:12. Más tarde, en 1852 cuando se completaba el primer tramo del extenso reinado de la reina Victoria de más de sesenta años, fueron incluidos en un volumen de poemas sobre “La Pasión de Jesús”, con el título primigenio de “La Canción de los Serafines”.
Tras alcanzar renombre y repercusión en las islas británicas, en 1874, el himno de Bridges fue reescrito por el presbítero anglicano Godfrey Thring, quien según diversas versiones históricas lo combinó con estrofas de su autoría con la intención de darle un mayor valor espiritual. De este modo, y en opinión de los musicólogos cristianos, lo que se tiene en la actualidad en la mayoría de los himnarios evangélicos es una perfecta combinación de la labor de ambos hombres de fe.
El poeta inglés, además, escribió varios himnos de amplio uso en Gran Bretaña, tales como “He aquí el Cordero”, “Dios mío, acepta mi corazón el día de hoy”, “En la tumba de Lázaro”, “Ejércitos de Dios en unión”, y otros más de vasto éxito en el continente europeo que ahora se encuentran incluidos en varias colecciones americanas debido a la obra recopiladora del reverendo norteamericano Henry Ward Beecher. Asimismo, Bridges durante sus noventa y cuatro años de vida también realizó una serie de trabajos en prosa.
El organista y compositor británico George Job Elvey fue quien compuso la melodía con la que se suele cantar esta oda creada en honor a Dios. Graduado en música en Oxford, Elbey afirmaba que los himnos congregacionales debían contar con un ritmo especial y adecuado. Igual que las vidas dedicadas a Dios, como la de Matthew Bridges, quien luego de residir durante muchos años en Canadá dejó de existir el 6 de octubre de 1894 tras una notable vida entregada al Altísimo que se vio coronada por la obra “A Cristo coronad”
A CRISTO CORONAD
A Cristo coronad,
Divino Salvador.
Sentado en alta majestad,
es digno de loor.
Al rey de gloria y paz,
loores tributad,
y bendecid al inmortal
por toda eternidad.
A Cristo coronad.
Señor de vida y luz;
con alabanzas proclamad,
los triunfos de la cruz.
A él sólo adorad,
Señor de salvación;
loor eterno tributad,
de todo corazón.
A Cristo coronad,
pues grande es su poder.
Sus santos todos entonad,
canciones de loor.
Es Rey de vida y paz, por la eternidad.
Su vida dio y nos salvó;
su nombre venerad.
A Cristo coronad,
Señor de nuestro amor,
al Rey triunfante celebrad,
Glorioso vencedor;
potente Rey de paz,
el triunfo consumó,
y por su muerte de dolor,
su gran amor mostró.
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