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Rev. Luis M. Ortiz
“Estos son tus dioses… edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.” Éxodo 32:4-6.
En los albores de la historia del pueblo de Israel, junto al monte Sinaí, Satanás incursionó con su música corrompida, idolátrica y diabólica. Estando Moisés en la cumbre del monte Sinaí, recibiendo de manos de Dios las tablas de la ley, el pueblo se impacientó, y pidió a Aarón que le hiciera dioses que estuvieran con ellos. El débil Aarón les fabricó un becerro de oro, imitando al becerro dorado, que era un ídolo de Egipto, cuyo culto estaba acompañado con obscenidades degradantes. Aarón le dijo al pueblo: “Estos son tus dioses (Elohim)… edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón y dijo: Mañana será fiesta para Jehová -o sea para el becerro-. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse” (Éxodo 32:4-6). Aarón proclamó fiesta para el becerro, y madrugaron para hacer lo malo, el pueblo estaba desenfrenado.
Le dijo Dios a Moisés que había todo un gran concierto, un gran festival israelita delante del becerro, que representaba al diablo, con la música del diablo y para el diablo. Cuando Moisés descendía del monte comprendió que el pueblo se había corrompido por la música que Moisés escuchaba. Moisés “tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel” (Éxodo 32:20). Y en ese día murieron tres mil hombres en Israel (Éxodo 32:28).
También el profeta Isaías escribió: “Cantará… canción como de ramera. Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, reitera la canción, para que seas recordada” (Isaías 23:15, 16). Es obvio que esta canción de ramera, arpa de ramera, melodía de ramera, no puede ser canción y música de Dios, sino del diablo. Por causa de ese tipo de música desordenada y sensual, provocativa y diabólica, que se canta y se toca en muchas iglesias; es por ello que hay tanto pecado, fornicación y adulterio en dichas iglesias.
Otro caso de música diabólica fue en ocasión cuando se fue a dedicar la estatua de oro que levantó Nabucodonosor. Este convocó a todos los grandes del imperio, a todo el pueblo, y a todos los músicos para este festival musical diabólico. Se ordenó que al oír el son, o el ritmo de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento de música, que todos se postraran y adoraran la estatua. Nótese que el diablo usó su música y sus ritmos para provocar a la multitud a la idolatría, todo el pueblo se dejó influenciar por la música satánica y se postró ante la estatua, menos los tres jóvenes hebreos.
Que mucho pueblo de Dios hoy día esta influenciado por esa música carnal y provocativa, que en vez de elevar el alma a Dios la arrastra a la discoteca y luego al infierno.
Algunos dicen que toda la música es de Dios, es cierto que Dios es el autor de la música. Pero hemos visto por la Biblia que cuando Lucifer cayó, corrompió su sabiduría, profanó su santuario, y con él cayó su música, pues dice la Biblia que descendió al infierno y el sonido de sus arpas con él (Isaías 14:11). Y ahora en vez de usar su música para la adoración a Dios entre los ángeles, como lo hacía antes, ahora la usa para procurarse adoración entre los hombres y para provocar las pasiones carnales e inducir al pecado.
Dios es el creador del gran querubín Lucifer, pero hoy este es el terrible Satanás. Dios es el creador del hombre como su hijo a su imagen y a su semejanza, pero hoy el hombre es pecador e hijo del diablo. Dios puso música en Lucifer, pero hoy Satanás ha corrompido su música para sus propios fines; de modo que hoy, hay música de Dios para adorar a Dios, y hay música del diablo para adorar al diablo.
No solamente la Biblia enseña que existe gran diferencia entre la música de Dios y la música del diablo, sino que aun las aves, las plantas, y los animales se dan cuenta de la diferencia y reaccionan de modos distintos a una y a la otra música.
Cuando a las vacas lecheras se les pone a escuchar música estridente, como rock y otros ritmos similares, se tornan irritadas y dan menos leche. Cuando escuchan música cristiana o música suave dan más cantidad de leche. Tres horas al día de música estridente marchitó una pequeña planta de calabaza.
En Denver, Colorado, se hizo el siguiente experimento: unas plantas de petunia fueron expuestas a la música de la radio emisora, la cual solo ofrece música estridente (rock y otros ritmos similares); otras plantas de petunia fueron expuestas a la música de la radio emisora que ofrece música religiosa, himnos evangélicos y música semiclásica. Las petunias expuestas a la música del diablo nunca florecieron y se inclinaron en dirección opuesta a la que venía la música del radio receptor, y murieron. Las petunias expuestas a la música cristiana desarrollaron unas hermosas flores y se inclinaron hacia la radio.
La música satánica invariablemente su letra es de sexo, de drogas, de rebelión, de idolatría, de religión falsa, de ocultismo, de demonios. Esta música enloquece y conduce a cometer actos de violencia y de inmoralidad. Una famosa cantante de salsa, que es bien conocida como la reina de la salsa, dijo a los periodistas: “La gente se enloquece y derriba puertas; que hay reyertas, heridos, sobredosis de drogas, y cargas policiales”. En distintas ciudades, ante estos actos de música diabólica, las multitudes se han tornado como poseídos del diablo y ha habido centenares de muertos.
Una conocida agrupación canta una canción intitulada “Bailando con el diablo”. Otros cantan las letras y palabras de atrás para adelante, y cuando se lee a la inversa dice: “Mi dulce Satanás”. Otra canción dice: “Satanás es dios, él es rey, él es dios”. Uno de los miembros de la agrupación Bee Gees, en un conocido programa de televisión, dijo: “Nuestra música es bendecida por Satanás”. En un concierto en la ciudad de Phoenix-Arizona un cantante dijo: “Yo he oído de algunos imbéciles quienes creen que existe Jesucristo y de que los va a llevar al cielo; yo no creo en Jesucristo, yo creo en el diablo; yo no quiero ir al cielo, yo quiero ir al infierno”. La agrupación Kiss, quiere decir “kings in Satan's service”, o sea “reyes en el servicio satánico”.
Amigo, está muy claro que hay música que es completamente del diablo, y a Dios no podemos alabarle y adorarle con esa clase de música. En Filipenses 4:8 dice: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Y toda música y todo himno que en su letra, en su música, y en su ritmo, no cumple con estas cualificaciones, con estas especificaciones señaladas en Filipenses 4:8, no debe ser permitida en la Iglesia, pues a Dios repito no se puede alabar y adorarle con música sensual y diabólica.
San Pablo escribió a los corintios y les dijo: “Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11). Y Satanás ha estado maquinando con relación a su música dislocada, sensual, provocativa e infernal; y le ha puesto letra evangélica a su música corrompida, como por ejemplo la letra del “Hijo prodigo”, con música de salsa; letra del “Levantamiento de la Iglesia”, con música del le lo lai; letra del “Rey David”, con música de merengue; letra de “Sansón y Dalila”, con música de mariachi; y Satanás a ganado ventaja en muchos porque se canta la letra de la Palabra de Dios con la música del diablo. Pero la Biblia sigue diciendo que una fuente no puede dar agua salada y dulce (Santiago 3:11, 12).
Esa música mundana que en su letra, en su ritmo, en su compás; se usa para avivar las pasiones carnales, para el erotismo, para la fornicación, para el adulterio, para la perfidia, la lujuria, la prostitución, la inmoralidad, el homosexualismo, el lesbianismo, la infidelidad conyugal, el alcoholismo, las drogas, el paganismo, el ocultismo, el demonismo. Esos ritmos y compases populares como salsa, merengue, danzas, danzones, rancheras, mariachis, sambas, jazz, rock, le lo lai, boleros, rumbas, zambas, cumbias, conga, joropo, pachanga, mambo y tantos otros similares, todos están identificados con toda esa ralea de temas degradantes. Todo eso debe ser firmemente rechazado y extirpado de la himnología de la Iglesia.
Una cosa es cantar en el espíritu, otra cosa es cantar en la carne; una cosa es cantar avivado por el Espíritu Santo, otra cosa es cantar dominado por los sentidos de la carne; una cosa es cantar que el himno eleve el alma a Dios, otra cosa es que el llamado himno arrastre el alma para la discoteca; una cosa es cantar la música de Dios, otra cosa es cantar la música del diablo.
Así como la música y el canto de David hacía huir los demonios que atormentaban a Saúl, así la música carnal, sensual, popular y diabólica, atrae los demonios a la persona y a la Iglesia; y esta es una razón por la cual en tantas iglesias, repito, hay tantos problemas, fornicación y adulterio.
Esos músicos y cantantes que están en las iglesias con esa clase de música si no quieren arrepentirse, y buscar, y adorar a Dios en espíritu y en verdad, entonces deben irse con su música para otra parte.
Dios es santo de toda santidad, puro de toda pureza, perfecto de toda perfección; por lo mismo, usar tal clase de música en himnos de alabanzas a Dios es un insulto a Dios y una degradación humana. Esos discos con himnos salseros, cumbancheros, merengueros, rumberos, pachangueros; estorban en su vida cristiana, en su hogar, y en su comunión con el Señor.
Los himnos que han perdurado por generaciones y por siglos trayendo bendición, inspiración, y que han conducido a la verdadera adoración a Dios son himnos cuyo autor no se propuso componer un himno, sino que el himno surgió en medio de un tiempo de meditación, de comunión y de adoración al Señor. Ese el caso del himno “Castillo fuerte es nuestro Dios”, de Martín Lutero; y el himno “En el Monte Calvario”, de George Bennard.
He visto y he oído a millares de hermanos, en muchos países del mundo, llenos del Espíritu Santo cantando en lenguas, en interpretación de lenguas, o en profecía; cantando con una música divina, maravillosa. Y yo mismo he tenido tales experiencias, pero jamás he escuchado a alguien que este lleno del Espíritu Santo cantando en lenguas, interpretación o profecía; con música de salsa, de merengue, de rock o de algún otro ritmo carnal y diabólico.
Hermano pastor, saquemos del templo de Dios, esto es, de nuestra mente, de nuestro corazón, de nuestra congregación, con el látigo de la Palabra de Dios a los mercaderes del templo, esto es, los ritmos ramplones de mal gusto, carnales, dañinos y diabólicos que profanan la casa de Dios.
Amigo lector, si deseas disfrutar de la música del Cielo, la cual es Cristo, ejecutada dicha música por el Espíritu Santo que glorifica a Cristo, abre tu corazón a Dios en este momento y los ángeles del Cielo cantarán, y luego tú cantarás en el espíritu y con el entendimiento para nuestro Dios para siempre. Amén.
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