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A Richard Turere no le gustan los leones. De hecho, los odia. Sin embargo, este brillante niño masai de 13 años ideó una solución novedosa que está contribuyendo a la supervivencia de estas magníficas bestias, al mantenerlas lejos de los humanos.
Turere vive a las afueras del Parque Nacional Nairobi, en Kenia, y a los nueve años quedó a cargo de pastorear y atender al ganado de la familia. Sin embargo, los leones que vagaban por la sabana atacaban con frecuencia a su valioso ganado y lo dejaban con la responsabilidad de hacer el recuento de los daños.
“Crecí odiando intensamente a los leones”, dice Turere. “Solían venir por la noche a comerse nuestro ganado mientras dormíamos”.
Así, a los 11 años, Turere decidió que era tiempo de encontrar una forma de proteger a las vacas, cabras y ovejas de la familia de las garras de los leones hambrientos.
“Un día, mientras caminaba por ahí descubrí que los leones temían a las luces que se movían”, dice.
Turere se dio cuenta de que los leones temían acercarse a la empalizada de la granja cuando alguien caminaba por ahí con una linterna. Unas semanas después ideó un sistema novedoso, sencillo y barato para ahuyentar a los depredadores.
Colocó una serie de focos LED intermitentes en postes alrededor del corral del ganado, mirando hacia afuera. Conectó las luces a una caja con interruptores y ésta a una vieja batería de automóvil que se carga con un panel solar.
El sistema está diseñado para destellar intermitentemente y hacer creer a los leones que alguien anda por ahí con una linterna. Y funcionó. Para el beneplácito de su padre y el asombro de sus vecinos, desde que Turere armó sus Lion Lights su familia no ha perdido ningún animal a causa de las fieras.
Más impresionante aún: Turere diseñó e instaló todo el sistema por sí solo, sin haber recibido capacitación en electrónica o ingeniería.
“Lo hice solo, nadie me enseñó. Solo se me ocurrió”, dice Turere. “Tenía que cuidar a las vacas de mi padre y asegurarme de que estuvieran a salvo”.
El notable ingenio del chico de 13 años fue reconocido con una invitación a la conferencia TED 2013, que se lleva a cabo esta semana en California, Estados Unidos. Ahí compartirá el escenario con algunos de los más grandes pensadores, innovadores y científicos.
El conflicto entre los humanos y la fauna
Nairobi es la única capital del mundo que tiene un parque nacional donde los leones, los rinocerontes y otras bestias salvajes vagan libremente frente al escenario urbano donde los rascacielos se alzan en el bullicioso centro de la ciudad.
Anualmente, miles de turistas armados con cámaras visitan el parque en safaris, pero para los pastores y las tribus masai que viven en los límites de la ciudad y el parque, el avistamiento de un león usualmente es una mala noticia. El valioso ganado con frecuencia muere en las fauces de los leones que buscan una presa fácil, por lo que algunas comunidades rurales toman el asunto en sus manos.
En algunos casos han matado manadas completas por considerarlas una amenaza o en venganza por el ganado muerto. El uso de pesticidas, como el Furadan —una cucharada cuesta menos de un dólar y es suficiente para matar a un león— se ha vuelto una forma particularmente cruel de hacerlo.
El creciente conflicto entre humanos y fauna, junto con la rápida invasión urbana, ha provocado que Kenia albergue en la actualidad menos de 2.000 leones, un enorme decremento en comparación con los 15.000 que vivían ahí hace apenas una década.
Los inventos como los de Turere —caseros, sencillos, asequibles y efectivos— pueden hacer la diferencia.
De hecho, varios vecinos le han pedido ayuda a Turere para que instale el sistema en sus corrales. En total se han instalado alrededor de 75 sistemas Lion Light en Kenia.
“Alguien de la comunidad inventó esta solución. Por eso, el apoyo es enorme”, explica Paula Kahumbu, directora ejecutiva del Fideicomiso para la Conservación de la Tierra de Kenia y directora del Parque Nacional Amigos de Nairobi.
Ideas brillantes para un futuro brillante
Asombrados por los logros del joven, Kahumbu y sus colegas le ayudaron a obtener una beca en la Escuela Brookhouse International, una de las instituciones educativas más prestigiosas de Kenia. Inició cursos en abril pasado.
“Richard es un chico realmente extraordinario” que se ha integrado muy bien con sus nuevos compañeros de clase, quienes en su mayoría provienen de familias adineradas, dice Kahumbu.
“Algo singular de Richard es que si le das un problema, trabajará hasta que pueda arreglarlo”, agrega.
“No se da por vencido. Nada es demasiado difícil. No tiene miedo de no ser capaz de hacer algo, y creo que por eso es tan bueno para innovar, porque no le preocupa que no funcione; lo intentará de cualquier forma”.
Turere dice que sueña con dedicarse a la aviación cuando crezca.
“Hace tres años, cuando estaba en la sabana pastoreando al ganado de mi padre, solía ver los aviones sobrevolar y aterrizar en el aeropuerto y pensaba que un día sería piloto o ingeniero aeronáutico”, dice.
Para este chico sobresaliente, está claro que el cielo es el límite.
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