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Algunos adultos se obsesionan con ser
jóvenes para siempre y esta actitud la llevan al área del amor.
FEBRERO DE 2012,
MADRID
Todo depende de qué etapa de la vida
estemos transitando pues el amor se trata de un sentimiento que se expresa de
distintas maneras conforme pasan los años. El amor en los adolescentes no se
siente ni se demuestra de la misma forma que en los adultos jóvenes y dista del
que se da en una pareja con hijos, que está signado por la madurez y la
complejidad al mismo tiempo.
En
la juventud el enamoramiento es muy fuerte. Se trata de una emoción fascinante
que da la sensación de que el otro es perfecto, pero en realidad dura poco
tiempo .“En los adolescentes el amor gira en torno a la búsqueda de
pares en donde la cuestión identificatoria con el semejante es fundamental”,
comenta Cristina Castillo, psicóloga especialista en terapia de parejas, quien
sugiere que los jóvenes se prestan a hacer “zapping” y en general cambian de
pareja con mayor facilidad que los grandes. El tema más presente en ellos es la
pasión.
En tanto, los problemas
más complejos provienen de las relaciones entre adultos ya que tienen que lidiar
con la finitud de la vida y una forma de amar que incuestionablemente crea lazos
más maduros. A esto se suma la convivencia con las distintas “tentaciones” y
“modelos de juventud” que priman en nuestra sociedad.
“Hoy existe cierta adolentización
entre los más grandes, son un tanto infantiles en relación al amor. Buscan
volver a la etapa del enamoramiento que es efímera en todos nosotros. Al
confundirse intentan cambiar su situación sentimental para darse cuenta que
siempre, después de esta etapa, todo cambia y vuelve la rutina”, agrega la
psicóloga.
Frases como “ella no es la
misma” ó “él no me trae flores” expresan el pedido de algo más profundo cuando
en realidad la respuesta a todo lo que reclaman yace en ambos. “Los cambios en
la pareja son totalmente esperados y más cuando se trata de pasar muchos años
juntos. Lo importante es no tener miedo a esos cambios y a saber convivir con
ellos”, comenta Castillo.
Los que no resisten
esta etapa de crisis empiezan a venerar la juventud y vuelven al “zapping” de la
adolescencia . Forman parejas con alguien mucho menor, que en varios
casos roza la edad de los propios hijos.
En la adultez los problemas amorosos
pueden ser complicados, pero no todo es negativo. Esta etapa viene con un arma
muy importante y es la seguridad. Saber lo que uno quiere es fundamental para
ver el panorama con claridad.Por eso, luego de varios años y experiencias
vividas, las crisis pueden resolverse. Sólo hay que saber escucharse a uno mismo
y a su pareja.
“ Una recomendación para
comenzar a resolver los conflictos entre los dos es que primero que no se
comparen con ninguna pareja. Esto las lleva al fracaso. Cada una tiene
su mundo, su pacto económico y sexual. Segundo, aceptar con buenos ojos
la rutina . Siempre hay algo rutinario y eso es normal además de ser
positivo, porque contribuye a dar estabilidad a la relación. Tercero,
plantearse qué es lo que se puede hacer en pareja y qué no. Por eso
cada uno debe tener su espacio propio. Que cada uno lo tenga no quiere decir que
sean individualistas. El oxígeno es fundamental. Y por último,
gratificarse en forma individual para compartir con el otro con un
mejor ánimo”, concluye Castillo.
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