Los hombres maltratadores suelen caracterizarse
por ser personas muy posesivas, con marcados complejos de frustración o
inferioridad, con un comportamiento social aparentemente normal y cuya
rehabilitación, en la forma en que está planteada, resulta complicada.
— Para Belarmina Martínez, presidenta de la
Asociación Mujeres, Solidaridad y Cooperación, lo primero que se observa en los
casos de violencia de género es que, pese a la introducción del concepto de
género, “nos encontramos ante una violencia machista”, en la que el hombre
ejerce “el papel de macho” y actúan sobre “su posesión”.
— Señaló asimismo que cerca del 90% de las
asesinadas habían roto con sus parejas, y que son ellos los que no quieren
romper con la víctima, “porque tienen una adicción con ella, no quieren dejarla
escapar porque para ellos es importante tenerla, la necesitan vitalmente para
desahogarse y soltar toda su violencia y agresividad”.
— Begoña Barras, psicóloga especialista en
violencia de género, coincide en esta apreciación, y señala que la violencia que
ejercen los hombres es fruto de su percepción sobre los privilegios y derechos
que tienen, y que estos entienden la violencia como una “acción viril” o
justificada en su creencia de que la mujer debe ocupar “su lugar
subordinado”.
— Sin embargo, esta violencia que ejercen
contra sus parejas no se refleja en su comportamiento social, puesto que son muy
pocos los casos del “típico hombre violento” que ejerce la violencia en todos
los ambientes, señaló Martínez.
— “La inmensa mayoría de los maltratadores no
lo parecen, y en la calle son personas amabilísimas y encantadores, de las que
nadie puede sospechar que maltraten a sus mujeres”, agregó.
— El problema está en la frustración que ellos
tienen, indicó Martínez, “y que en la calle la soportan, pero que cuando llegan
a casa desaparece, y es cuando aparece el monstruo que llevan dentro, que ve que
él tiene el poder en su vivienda, en su familia, y necesita machacar a esa
mujer”.
— Estos comportamientos no tienen relación
alguna con la conducta de la mujer, ya que la razón del maltrato no está en el
comportamiento de la víctima, sino en el agresor, explicó Martínez, quien señaló
que muchos de los maltratadores que vuelven a tener parejas repiten esas
conductas agresivas contra sus nuevas víctimas.
— La posibilidad de reeducar a los
maltratadores para que no repitan esas conductas es viable, siempre y cuando las
terapias no se conciban como sustitutivas de la correspondiente pena judicial y
se apliquen de forma paralela, tal y como sucede en otros delitos, señaló
Barras.
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