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Rev. Luis M. Ortiz
“Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de oración.”Hechos 3:1.
En Hechos capítulo tres se nos relata el milagro de la curación del cojo. “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de oración”(v. 1).A Pedro y Juan, el Señor los había enviado de dos en dos y ahí estaban, subían juntos al templo.Siempre que se va al templo uno va subiendo, subiendo hacia la comunión con Dios, a la hora de oración, no era a lahora de la discusión, ni a la hora de la elección, ni a la hora de la contención, ni a la hora de la legislación, sino a la hora de oración.Era una hora de oración diaria en la mañana, y Pedro y Juan iban diariamente a la oración.
También todos los días “era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo” (v. 2). Según iba entrando la gente en el templo este hombre extendía la mano y pedía limosna.
Y“cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo,les rogaba que le diesen limosna”(v. 3).Pedro y Juan iban todos los días al templo a orar, y este hombre era llevado cada día a la puerta del templo a pedir limosna. De modo, que probablemente en ocasiones anteriores este hombre había pedido a los apóstoles, pero como Pedro y Juan no tenían plata ni oro nada podían darle y seguían su camino y entraban al templo a orar. Pero ese día fue distinto, parece que a Pedro y a Juan no les llegó a gustar la idea de estar pasando todos los días al lado de aquel cojo sin hacer nada por él.
Sin duda ellos pensaron en las palabras del Señor antes de ascender: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y sanarán” (Marcos 16:17, 18). Y se dijeron:¿Por qué no ponemos el nombre de Jesús a prueba?, ¿por qué no hacemos lo que Él nos ordenó?, ¿por qué no hacemos uso de la autoridad que Él nos dio?, ¿no nos mandó Él que actuásemos en su nombre?, ¿no nos dijo Él que en su nombre nosotros sanaríamos los enfermos y echaríamos fuera demonios?, pues vamos a hacerlo.
Y mientras el cojo mantenía su mano extendida pidiendo limosna,“Pedro con Juan, fijando en él los ojos,lesdijo:Míranos” (v. 4).Ante esta orden, ante esta autoridad,el cojo “estuvo atento,esperando recibir de ellos algo” (v. 5); y algo fuera de lo común,pues le habían dicho: “Míranos”. Y aquí van los apóstoles a poner en práctica, a usar por primera vez, el poderoso nombre de Jesús. Y “Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”(v. 6). ¿Y qué sucedió?Dejemos que el relato bíblico nos siga diciendo: “Y tomándole por la mano derechale levantó; y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios”(vv. 7-9).
Pedro y Juan iban al templo a orar y en el camino se ganaron a otro, y entraron los tres al templo. Así debe ser cada cristiano, debe ganar almas para Cristo y llevarlas al templo.
Pedro y Juan estaban llenos del Espíritu Santo, habían sido bautizados con el Espíritu Santo en el día de Pentecostés y hablaron y siguieron hablando en otras lenguas como el Espíritu les daba que hablasen.
Muchos se dicen hay tantas religiones, tantas iglesias, tantos grupos, y cada cual se dice ser el verdadero. ¿Cuál será la verdadera Iglesia?, ¿cuál será?
Le diré mi amigo, ¿sabe cuál es? Es la Iglesia del Nuevo Testamento, es la Iglesia del libro de los Hechos. Dirá usted entonces, hoy no la hay, no la tenemos. ¿Qué no la tenemos? ¡Sí la tenemos!¿Y dónde está? No hay que buscar mucho.
Si usted ve que en una Iglesia las almas son salvadas, convertidas, regeneradas, que están llenas de gozo, y alaban a Dios con alegría. Si usted ve que en una Iglesia la gente vive una vida santa, consagrada, separada de las vanidades, de las modas, de las costumbres mundanas.Si usted ve en una Iglesia que los enfermos son sanados, los demonios son reprendidos, y milagros son hechos. Si usted ve en una Iglesia los drogadictos ser libertados de la heroína. Si usted ve que en una Iglesia la gente está llena del Espíritu Santo y hablan en otras lenguas conforme el Espíritu Santo les de que hablen. Si usted ve que en una Iglesia hay gozo, hay alabanza, hay vida, hay fervor, hay exclamaciones de gozo. En resumen si usted ve en una Iglesia lo que usted lee en el libro de los Hechos entonces, esa Iglesia está en la verdad de la Palabra de Dios.
Esa es una iglesia del Señor, no importa como se llame, el nombre es solamente un requisito legal, un requisito del gobierno. En el cielo no hay un tarjetero con los nombres de las iglesias, de las denominaciones y concilios, sencillamente para Dios no existen tales nombres, lo que Dios mira es que los individuos de esa Iglesia vivan en pureza y santidad,estén llenos del Espíritu Santo y que ejerzan un ministerio con poder y demostración del Espíritu Santo, continuando la labor milagrosa iniciada por nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Esa es la Iglesia del Señor, así actúa, así vive, así predica, así práctica la Iglesia del Señor. Así lo entendieron los apóstoles y por eso cuando los príncipes y los sacerdotes y los grandes religiosos quisieron intimidarles para que no mencionaran, ni hablaran más el nombre de Jesús; ellos oraron para que hubiera más milagros, más poder, más gloria, más almas salvadas en el nombre maravilloso de nuestro Señor Jesucristo.
Y por eso vemos en el libro de los Hechos los cojos saltando, los millares convirtiéndose, el local de reunión temblando, los hipócritas talados, las multitudes acudiendo a Jerusalén, las puertas de la cárcel abiertas por el ángel, predicadores laicos haciendo prodigios; un resplandor, una voz del cielo, y una conversión milagrosa; comarcas enteras convirtiéndose al Señor, ángeles apareciendo, los creyentes siendo llenos del Espíritu Santo, los muertos resucitando, los trastornadores heridosde ceguera; el pueblo creyendo que los apóstoles eran dioses, los demonios saliendo, los terremotos abriendo las puertas de la cárcel y de los corazones; la sombra de Pedro, y los sudarios de Pablo sanando y echando fuera demonios, el veneno de las víboras inofensivo. ¡Alabado sea el Señor!
Sí amigos y hermanos, y el poder del nombre de nuestro Señor Jesucristo no han mermado en nada. Hoy también usamos el nombre de Cristo y los mismos resultados apostólicos los vemos hoy.En nuestro ministerio en el nombre de Jesús los ciegos ven, os cojos corren, los sordos oyen,los mudos hablan,los endemoniados y locos son libertados, prodigios y milagros son hechos en el nombre de Jesús.
Y ahora mismo, y en el nombre de Jesús, tu puedes ser salvo, puedes ser sano, puedes ser libertado, puedes ser lleno del Espíritu Santo. No lo hace cualquiera si obedeces al nombre de Jesús, en su nombre un milagro puede tomar lugar en tu vida. Levanta tu mano, rinde tu vida a Cristo, pídele el perdón de todos tus pecados y cree y ora al Señor y Él obrará un milagro en tu vida hoy. Dios le bendiga.
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