lunes, 25 de febrero de 2013

Una carta de Dios para ti

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¿Cómo estás? Sólo te envío esta carta para decirte lo mucho que te amo y pienso en ti.
Te vi ayer mientras hablabas con tus amigos y esperé todo el día deseoso de que hablaras también conmigo. Al llegar el atardecer te ofrecí una puesta de sol para cerrar tu día, y una brisa suave para que descansaras y esperé y nunca llegaste... me dolió, pero todavía te amo.

Te vi dormir y deseaba tocar tus sienes, y derrame la luz de la luna sobre tu
rostro y sobre la almohada. Nuevamente esperé deseando llegaras rápidamente para que pudiéramos hablar.

Tengo tantos regalos para ti. Despertaste tarde, y rápido te fuiste al trabajo o al estudio, mis lágrimas estaban en la lluvia que caía.

Hoy te ves muy triste... si tan sólo me escucharas...

Te amo, y trato de decírtelo en el cielo azul, en la tranquilidad de la hierba verde, en el susurro de las hojas de los árboles, en los arroyos de las montañas y lo expreso en los cantos de amor de los pájaros.

Te cobijo con el tibio sol y perfumo el aire con olorosas esencias naturales... mi amor es más profundo que los mares y más grande que los deseos que en tu mente anidan.

Si tú supieras cuanto anhelo caminar y hablar contigo, podemos vivir juntos siempre aquí en la tierra y en todo el universo si así lo quieres tú. Yo sé que te han dicho que la vida es difícil, pero si sabes ser mi amigo jamás estarás solo, te ayudaré en la dificultad. Además mi padre que es tuyo también, te ama mucho y me ha pedido que te proteja.

Yo sólo espero que me pidas que te acompañe, guíe y aconseje. Llámame, búscame, cuenta conmigo, tengo miles de maravillas que ofrecerte deseo que veas esta vida como algo especial.

Te ama siempre Jesucristo. ¿Podrás hablarme hoy?

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